14. El sabueso de los Baskerville Uno de los defectos de Sherlock Holmes —si es que puede llamársele defecto— era que se mostraba terriblemente reacio a comunicar todos sus planes hasta el momento en que se realizaban. No hay duda de que, en parte, se debía a su propio carácter imperioso, que gustaba de dominar y sorprender a cuantos le rodeaban; pero, en parte, era también a causa de su cautela profesional, que le llevaba siempre a no correr ningún riesgo. No obstante, el resultado era muy molesto para las personas que actuaban como agentes o ayudantes suyos. Siempre había sufrido yo por este motivo, pero jamás como durante aquel largo viaje en la oscuridad. La gran prueba estaba frente a nosotros; al fin, estábamos a punto de llevar a cabo nuestro esfuerzo final y, sin embargo, Holmes n