Alessandra Cavani. No soy capaz de moverme. Debería hacerlo, pero sigo donde mismo, mirando sus ojos azules y electrizantes. Su expresión es de pura lujuria. Y mientras detallo cada mínimo rasgo de su rostro, buscando en ellos algo que me diga lo que está pasando por su cabeza, siento sus dedos presionarse en mis caderas. Rudo, pero a la vez, intenso. Esa presión envía corrientes por todo mi cuerpo y eriza mi piel. Todo ello, durante el rato que nos quedamos así, mirándonos. Hasta que sacudo mi cabeza para organizar mis pensamientos, trago en seco y me obligo a reaccionar. —¿Qué estamos haciendo? —pregunto y me incluyo, porque tiene que existir algún motivo por el que yo sigo encima de él. Dylan chasquea la lengua y se acomoda debajo de mí. El bulto en sus pantalones se vuelve evide