Los días pasaron y la felicidad era cada vez mayor. Se complementaban en todo, se divertían juntos y la confianza entre ambos, era cada vez más extrema. Antoine sabía que esos días felices, esas mañanas de despertar abrazado a ella y desayunar s tendrían su fin en una semana, cuando "sus padres" regresaran del viaje, sin embargo, estaba dispuesto a vivir cada minuto al máximo. No obstante, constantemente le daba vueltas al asunto de cómo acercarse a “sus suegros” e incluso, tener una conversación formal con ellos para que entendieran que sus intenciones eran las mejores. Llegó por fin el día que tan nerviosa ponía a Brii... Antoine - ¿De verdad no te molesta ir tu al aeropuerto? (mirándola a los ojos, como siempre, y tomándola de las manos). Todavía no puedo creer que le cambiaro