Enzo llega al Pasarella y una cantidad importante de camionetas y autos que nunca antes había estado en la hotelera, ocupan casi toda una planta principal de estacionamientos.
Ya ni se sorprende por el gran movimiento. Se pregunta qué sorpresas le dará nuevamente ese imbécil de Oz en esta dichosa junta.
Se afloja un poco la corbata para aminorar la tensión que carga en el cuello desde hace días y maneja hasta su sitio asignado. Lo que sea que ese hombre va a hacer, pronto se va a enterar.
Al subir en la planta de administración, puede ver a varios hombres trajeados ya sentados en la sala de juntas. ¿Acaso estos españoles nunca duermen? Ni siquiera han dado las siete de la mañana.
—Señor Brown, ¿necesita que le traiga una taza de café? —Su asistente camina detrás de él.
—¿Quiénes
