En Quintana Roo, México, dentro del camerino, una mujer joven de belleza exótica se alista para su presentación de la noche.
Afuera, ya el lugar está lleno, y su tiempo de actuación es dentro de unos minutos.
—El amo ya llegó, Cristal. Apúrate, ya sabes que no le gusta que demores ni un segundo —dice Devonne, otra joven sumisa, desde la puerta.
—Ya salgo —Martina se coloca un toque de perfume y con su habitual juego de arnés en color rojo, su tacón de quince centímetros y totalmente desnuda, camina por el largo y oscuro pasillo que lleva hasta el gran salón donde su amo ya la está esperando. En su cuerpo aún se notan algunas marcas de la sesión pasada, pero en su rostro se pinta una sonrisa extraña.
En la barra, Bobby se encuentra disfrutando de su whisky. Llegó hace unos treinta min
