Observo los pendientes que me dio Sebastián pensando en que no son del estilo de Seri, además de que son muy pequeños. Frunzo el ceño tratando de descifrar que es lo que está sucediendo. Recuesto la cabeza en el asiento mirando al techo del avión pensando en ella, en lo feliz que fui cuando estuve a su lado y lo imbécil que fue al renunciar a ella sin siquiera intentarlo. - Señor estamos por aterrizar – escucho a la azafata haciendo que me vuelva a ver por la ventana el hermoso día que hace en Seúl. - ¿mi auto ya me espera? – pregunto guardando en mi bolsillo el estuche de los pendientes. - Si señor – responde dejándome solo. Cuando aterrizamos bajo rápidamente del avión viendo que efectivamente el auto ya espera por mí. Sonrió al ver el hermoso Audi R8 en color plata, uno de mis favor