Vania Isabel
Han pasado varias semanas desde que supimos algo de papá. El último mensaje que nos envió decía: Todo bien. Los extraño. Vania, tu cosa sigue con vida. Usualmente eran mensajes muy breves, pero funcionaban para aliviar a mamá. Y algo que a mí me causaba un cierto alivio, era que a cada mensaje, podía notar una cierta reducción en desdén hacia la forma en que papá se refería a Răzvan, paso de ser “el imbécil ese” a ser solo la “cosa”. ¿Podía contar como un avance entre ellos? ¿Podía confiar que papá ya no iba a golpearlo más? Porque estaba segura de que mi cosa, como papá lo llama, no iba a defenderse, y se iba a dejar moler a golpes hasta quedar inconsciente. Cada noche me costaba mucho poder conciliar el sueño, y desde aquel día, en el que recordé de lleno todas las cosas qu
