El Amor que me Guardabas

CONFESIONES

[PRESENTE]

-DENZEL-

—¡Alizée!— Exclamo una y otra vez mientras que golpeo la puerta del baño sin importarme la manera en que la gente que pasa por aquí me mira.

No puedo con esto, «¿Cómo es posible que se haya enredado con él después de lo que paso entre nosotros? ¿Y si él mintió?» Mi cabeza no me deja en paz y después de lo que me parece una eternidad, la puerta se abre y allí está ella luciendo condenadamente sexy con ese vestido y ese maquillaje que resalta esa mirada que una vez me atrapo en sus redes.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué actúas como un desquiciado?— Me pregunta y al ver su mirada con detenimiento, me doy cuenta de que ha estado a nada de llorar.

—Tú y yo vamos a hablar— Sentencio y la tomo de la mano con fuerza para así llevarla conmigo.

—Denzel, tu esposa y Taddeo estas esperándonos en la mesa— Se queja a medida que vamos atravesando el restaurante y la gente continua mirándonos —¡Denzel! De verdad te lo digo, no me hagas esto— Insiste, pero ya es demasiado tarde porque uno de los camareros nos abre la puerta para que así la lleve a la calle lateral donde hay menos gente.

Ella mueve su brazo para que la suelte y nos quedamos frente a frente —Ahora sí, tú y yo vamos a hablar— Le informo a pesar de la rabia con la que me mira.

—¿Quién te crees que eres? ¿Acaso piensas que el mundo gira a tu alrededor? La vida no es así Denzel, la gente no actúa según tu ánimo. Hoy quiero hablar, mañana no, y ayer tampoco— Arremete sin apartar su mirada de la mía.

—¿Crees que Taddeo puede decir algo como eso y yo me quedare tranquilo?— Le cuestiono y entrecierra sus ojos.

—¿Algo como qué?— Inquiere.

—Que tienes un hijo de la misma edad del mío— Pronuncio y sonríe.

—Perdóneme señor, ahora resulta ser que no puedo tener un hijo que tenga la misma edad que el suyo, ¿Qué mierda me estás diciendo Denzel?— Me reclama sarcástica.

—¿De verdad es de él?— Sale finalmente esa pregunta de mi boca.

Alizée se queda callada por un momento —¿Te importa si es suyo, o del panadero sexy de la esquina de mi casa? Creo que ese no es problema tuyo— Dicta tratando de distraerme, pero la tomo por la cintura acercándola a mi —¡Suéltame!— Exclama y hago todo lo contrario.

—No estoy jugando, ¿es mío?— Le pregunto con mi voz temblando.

—¿De qué hablas?— Responde tratando de sonar segura.

—¿Quieres que te recuerde lo que hicimos tú y yo hace un tiempo?— Contesto.

—Lo mismo que estabas haciendo con tu esposa y la razón por la cual ahora tienes un hijo con ella— Pronuncia sin titubear.

—No tienes idea de lo que paso—

—No necesito tenerla, puedo imaginármelo muy bien— Rebate.

Trato de mantener la calma, pero es simplemente imposible —Alizée, te lo vuelvo a preguntar, ¿es mío?— Reitero.

Ella se queda en silencio —¿Qué te hace creer que es tuyo? Ni siquiera lo conoces, ¿y si es un calco de Taddeo? ¿Y si se parece a cualquier otra persona? Estas sacando conjeturas que no vienen ni al caso— Me dice y mi respiración se agita.

Mi otra mano rodea su perfil y la pego a mi —Te hice el amor como no se lo he hecho a nadie en toda mi puta vida, sé muy bien que fue tu primera vez… lo recuerdo todo, ¿entiendes?— Le explico y sus ojos se cristalizan.

—Solo fui una más que cayó en tu estúpida trampa, una a la que usaste y tiraste como si fuese un juguete. Traté de explicarte que no había estado con nadie, pero tú seguiste… me enredaste en tu juego y fui yo quien perdió, ¿entiendes?— Me cuenta entre lágrimas.

—No podía quedarme contigo, entiéndeme— Susurro y no soy capaz de continuar.

—No me importan tus excusas, no las quiero escuchar, no me interesan— Declara e intenta alejarse, pero la detengo.

—Alizée, por favor… dímelo— Suplico y apenas me mira —Ese día que fuiste a buscarme… ¿era para eso? ¿era para decirme que estabas embarazada de mí?— Inquiero sintiendo como estas palabras me duelen.

Ella no me mira —Ese día tú hiciste que conociera a Taddeo, ¿lo recuerdas? “Hay un curador en Roma que quiere que firmes con él exclusivamente, es uno de los mejores” hablaste, y allí fue como empezó mi historia con él— La escucho decir, pero no le creo.

—No me hagas hacer las cosas, en otros términos— Respondo firme.

—¿Qué?— Cuestiona en un susurro.

—Lo que escuchas, si me entero de que ese niño es mío, las cosas no terminaran bien— Presiono y es que necesito saberlo.

—¡Ni te atrevas a meterte con mi hijo! ¿Lo entiendes? No tienes idea de quién soy yo, ni de lo que te puedo hacer si quisiera— Me amenaza y trata de empujarme, pero la sujeto de las muñecas.

—Entonces dime la verdad, ¿acaso crees que alguien puede decir que tienes un niño de tres años y yo me quedare tranquilo? Maldita sea Alizée, no hay un puto día en que no recuerde lo que viví contigo— Le confieso y su asombro es notorio.

—Eres un mentiroso, un manipulador, un…— Trata de decir, pero la llevo contra la pared del edificio acorralándola allí.

—¿Un qué? Dilo— Incito.

—Un insensible— Susurra —¿Por qué me haces esto? ¿Por qué revuelves el pasado cuando ya estaba enterrado? No es justo— Habla y las lágrimas se escapan de sus ojos.

Atrapo sus lágrimas antes que caigan de sus rostro y la miro más de cerca —Porque tal vez de lo que fue ese pasado queda un presente y un futuro. Algo que nos una, algo que represente más que el tiempo que pude que pasar contigo antes de que una avalancha cayera sobre mi— Expreso desesperado.

—Eres un maldito hijo de…— Trata de decir, pero callo sus labios con mis dedos.

—No sabes nada de lo que paso, no digas eso por favor… solo dime si ese niño es mío o no, por favor— Insisto desesperado.

Ella apenas me mira, la veo respirando profundo y mis manos tiemblan cuando ahora si fija sus ojos en los míos —Me arrepentiré de esto toda mi puta vida, pero si, es tuyo— Sentencia —¿Contento? Ahora déjame y vete a la mierda Denzel— Culmina dándome un empujón más fuerte que el que acaba de darme sus palabras, y lo siguiente que veo es como ella sale corriendo y se sube al primer taxi que pasa por la calle, dejándome aquí con todo este peso de saber que fui el peor hombre de todos.