—¿Qué has dicho?, ¿Cómo sabes tu de eso?. Lucy se acercó a Abby y sus ojos se pusieron cristalinos, haciéndola ver débil y frágil, pero Abby la conocía bien, conocía sus actuaciones, pues siempre la vio manipular a su abuelo, fue con esas caras que se volvió en su consentida. —Geraldine un día vino a mi casa, fue en parte mi culpa, yo fui a tu casa, ¿Lo recuerdas?. —¿Cómo olvidarlo?, me llevaste una lata de comida para perro, deja tu drama de una vez.—ordenó Abby con furia, ella no le creía absolutamente nada. Lucy quitó su cara y se enderezó. —Esta bien…— dijo y sonrió. —Ese día entre a tu habitación y encontré esto. —Lucy le mostró una de sus cartas y Abby se sorprendió mucho. —¿Cómo te atreviste?—Preguntó mientras trataba de arrebatársela. —No espera, hay algo mucho más sorprende