Habían pasado los días y uno era peor que el otro. Intentaron sacarnos información a toda costa, con torturas y mucho dolor. Pero claro no les daría lo que querían, no emitiría palabra alguna. Miriam tampoco había hablado, insistían con brío, pero no teníamos miedo. Nos habían torturado de una manera muy fuerte, nunca en mi vida creí vivir algo similar, no pensé que podrían existir seres tan despreciables y desalmados. Nos humillaban de una manera muy cruel, pero eso no se comparaba con la peor tortura de todas, nos dejaban sin agua, con sed durante días. Cuando veían que estábamos por morir deshidratadas, nos daban algo de tomar. Nos sumergían la cabeza en un pozo de agua por muchos minutos, hasta dejarnos inconscientes, no habíamos visto más el sol, la comida era muy poca y casi escaza.
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