Ragnar Era muy extraño ver a Oz en ese estado, no por la furia y el descontrol, sino por cuánto intentaba contenerse. Él no tardó nada en bañarse y arreglarse, tiempo en el cual preparé nuestro viaje, tampoco dijo nada en todo el camino, pero sí evidenció sus emociones al destrozar varias sillas del avión dejándolas inservibles, claro que no intervine en ningún momento al saber lo difícil que debía ser para él y sus voces asimilar la noticia y más al tener que reencontrarse con su némesis después de tantos años. Llegados al Instituto Psiquiátrico de Baltimore, por poco destroza la puerta del vehículo al cerrarla recordándome cuando hizo lo mismo al subirnos en su auto antes de ir al hangar, momento en el cual debí convencerlo de que yo conduciría al no encontrarse en sus cinco sentidos…

