Oz Desde el día en que volví a tenerla en mis brazos me he preguntado si en verdad no comprende sus sentimientos o se niega a hacerlo, incluso cuando me reveló aquella mentira en Escocia me lo pregunté infinitas veces, pues me era imposible de creer que ella me demostrara su amor por medio de sus temerarias acciones y recitara con profundidad palabras salidas del libro más jodidamente romántico jamás escrito, y sin embargo, tenerla ahora frente a mí suplicándome hacer aquello a lo cual llevo años negándome es mi sueño hecho realidad y al mismo tiempo mi tortura. —Mi pequeña, sabes que lo que menos quiero es sobrepasarme contigo igual que hace dos años. Sus palabras silenciaron entristecidas y ocultó su rostro en mi cuello presionándome con fuerza, clavando sus uñas en mi piel como si de

