Susana y Adriano viajaban en un incómodo silencio en la parte trasera de un enorme furgón. El resto de los “amigos” del chico iban adelante, separados por una especie de ventanal blindado. La castaña ya no sabía qué pensar de su “novio” y cada vez, le aterraba más la idea de estar cerca de alguien tan peligroso. —¿Quieres dejar de mirarme así? —la voz de Adriano era plana y oscura, parecía estar conteniendo su furia. No miraba a Susana, pero seguía a su lado de manera estoica y silenciosa. —Q-qué… —la castaña iba a hablar, pero antes de que pudiera formular una pregunta, los fríos ojos de Adriano la traspasaron, haciendo que sus piernas temblaran. —Si vas a preguntar algo, hazlo de una maldita vez y deja de hacerme esperar —le dijo chasqueando los dientes. Ya estaba comenzando a enojar