Sirey no comprendía por qué se dejaba engañar o por qué seguía escuchando las palabras de Andrés, era más que claro que durante el proceso de recuperación de un luto falso, no era necesario que alguien tomara su mano, pero ahí estaba, sentada sobre un sillón mientras el rey se recargaba sobre su hombro y tomaba su mano – Andy, mi brazo se entumió, necesito moverlo. Los ojos de Andrés se abrieron – no me habías llamado Andy en un largo tiempo. Y Sirey resopló – ¿es eso en lo que piensas ahora?, deberías estar con la princesa Rosa María, ella... Andrés se levantó y le cubrió la boca – hay dos guardias en la entrada – susurró – no olvides que soy un hombre con el corazón roto, tienes que ser considerada. Desde antes Sirey sabía que debía ser cuidadosa con cada palabra que dijera y se odió

