El corazón de Angela dio un tumbo al mirar por primera vez el cañón de un arma.
– Mamá – habló Liluina con voz calmada – no te muevas y no hables.
– Tú...
– Mamá, por favor no.
Teodoro volteó a verla.
– Mi padre está sangrando, morirá si no detenemos la hemorragia, por favor deja que mi madre presione la herida, es todo lo que te pido.
– Hágalo – le dijo Teodoro a Angela y ella se apresuró a presionar el pecho del duque que estaba cubierto de sangre, a falta de vendas arrancó un pedazo de tela de su vestido y Teodoro se movió hasta llegar junto a Liluina, su arma seguía apuntándole.
El disparo fue muy ruidoso, Lucas entró corriendo desde el jardín y Gabriel dejó la habitación llena de fotografías, detrás de ellos estaban Jeremy y el sargento Esperanto.
– Alto – dijo Teodoro apuntán
