Christine se miró en el espejo del baño después de haber secado su cabello con una toalla. Salió del baño y tomó asiento en el borde de la cama pensando en todo lo que había pasado apenas unos días, sentía que su presencia estaba al límite. Fue a su armario y tomó una camiseta de color n***o y se lo puso sin colocarse ropa interior. Una sonrisa tiró de sus labios al imaginar los estragos que causaría en Xander. “En la guerra y el amor todo se vale,” pensó con satisfacción. Salió de la habitación y caminó por el pasillo decorado con pinturas costosas, el olor del tocino llegó a sus fosas nasales, así que bajó las escaleras y caminó directo a la cocina. —Buenos días, señora —la saludó una mujer muy sonriente. —Hola, buenos días —dijo un poco avergonzada. —Si busca al joven Xander, él