Hendrick comenzó a reír por las palabras de su yerno, sacudiendo la cabeza con incredulidad por su audacia. —Debo reconocer que me siento sorprendido de verte en pie luego de estar al borde de la muerte —se rió sin tapujos—. Eres como una maldita hierba de jardín. —Estás acabado, viejo —dijo Richard, serio. —¿Acabado? —soltó una nueva risotada—. Jamás acabarás conmigo, imbécil. —Basta, abuelo… —Eres un pusilánime, Xander —hizo una mueca de descontento—. Se suponía que debías odiar a tu padre, no aliarte con él para intentar destruirme. —Resulta que ahora sé la verdad… —No te enterarías de la verdad ni aunque esta te golpeara en la cara —escupió molesto—. Estás tratando mal a Christine de nuevo y no lo pienso permitir. Querida… —No me llame de esa forma —espetó ella, con semblante