Richard Lerner se contuvo más de una vez de llegar cerca de las propiedades de Hendrick Stone, movido por el enojo y la venganza.
Quería recuperar su vida y limpiar su nombre, pero para eso tenía que destruir a la persona que tanto daño les había hecho por demasiados años.
—Será en el tiempo adecuado, te veré caer, viejo bastardo —dijo entre dientes, viéndolo con sus guardias pegado a sus costillas—. ¿Qué ocultas allí?
No era una de sus mansiones convencionales, pero frecuentaba mucho ese lugar y Richard tenía varios días siguiendo sus pasos deseoso de encontrar un punto débil para atacarlo.
Pero cuando se enteró por medio de informantes que el viejo tenía a su propio nieto allí, la rabia lo consumió aún peor y estaba a punto de mandar todo al diablo para rescatar al único hijo que le
