—Te amo tanto —dijo Christine, besando ahora sus labios—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Xander sonrió al escuchar esas palabras, amaba verla sonreír y que lo recibiera de esa manera; henchía su pecho de amor. Habían pasado por tantas cosas difíciles, que le parecía un sueño idílico el tenerla ahí tan cerca, envuelta en sus brazos y recibiendo gustosa sus besos. —También te amo, Chris —susurró él, pegando su frente a la de ella—. Estaba que moría de la desesperación. Ella se aferró a él como si su vida dependiera de ello y cerró los ojos con fuerza. Xander la miró con preocupación, tomando su barbilla. —Estoy aquí, contigo —dijo y ella comenzó a llorar—. Tranquila cariño. —No me dejes, quédate —musitó con voz quebrada y él la besó en la cabeza. —No voy a dejarte, no otra