—Por favor… por favor… —susurró ella, con ojos anegados en lágrimas. Quería ser fuerte, pero estaba perdiendo ganas y voluntad, no podía ver a su familia en ese conflicto. Se sentó de pronto en la cama, porque sabía que no podía seguir manteniéndose de pie. —¡Christine! —Chris… —¡Aléjate de ella, maldito! —gritó Mark, dándole un empujón. —Ya paren, por favor… —ella sentía que toda la habitación daba vueltas, sus rostros comenzaron a desfigurarse lentamente. —Cariño, ¿estás bien? —escuchaba una voz cargada de preocupación—. Amor… —¿Ves como la pones? —le reprochó Mark, al ver que cerraba los ojos, soltando un quejido—. Solo eres una desgracia para ella. —¡Soy su esposo! —exclamó Xander, perdiendo nuevamente la paciencia. —¡¿Qué?! Ambos hombres voltearon hacia la puerta, viendo en