Con la graduación a la vuelta de la esquina, Adrián dejó de ir a la mansión y Natalia se limitó a jugar ajedrez con el abuelo. Para esos días él lo sentía como algo natural. – Sospecho que eres mujer – le dijo una mañana – tu estilo es inestable, agresivo a veces, impaciente. Los hombres somos constantes, las mujeres por otro lado, son propensas a estallidos de emociones que nadie puede asimilar, ni ellas mismas, es por eso que son las formadoras de las creaciones más retadoras en el mundo – movió su siguiente pieza – la humanidad. Natalia sonrió – igual vas a perder. – Bien jugado, mi lady. Natalia se divertía mucho. Esa tarde Adrián llegó y azotó la puerta – no quiero hablar – anunció y subió los escalones. – Bienvenido – dijo el abuelo, movió la siguiente pieza y notó, que no habí

