La zona prohibida consistía en un sendero curvo que conducía a un espacio circular. Gracias a su forma la luz de las llamas de Istia no llegaba a ese punto y era fácil perderse y golpearse contra las paredes. Sumia encendió pequeñas llamas para seguir en el camino. Al llegar, Vasto tuvo un mal presentimiento, no le gustaba ese lugar – ¿en dónde estamos? Antes de responder Sumia iluminó la cámara y apareció un gran pilar justo en el centro – aquí es donde Istia guarda la historia de su vida – dijo Sumia – ella personalmente extrajo sus relatos del resto de la historia de los espíritus y trajo todos aquí para tenerlos reservados. Nadie lo toca sin autorización. – ¿Por qué me trajiste? – Para advertirte que no lo toques – anunció Sumia – eres muy curioso y no quiero que un día te pierdas,

