Gael Trabajar con Rubí podía ser un reto, a veces, pero cuando quería escuchaba los consejos de seguridad que le daba e incluso aportaba ideas para implementar. Si me hubieran dicho el día en que la conocí, que mi compañera se acostumbraría a la idea de que este viviendo con ella e inmiscuyéndome en sus planes, me hubiera reído en su rostro sin dudarlo. Pero ahora estábamos aquí, haciendo exactamente eso. Lo único malo de esto, es que me sentía en una especie de matrimonio, una relación demasiado seria y no podía disfrutar de las deliciosas ventajas que eso me daba. Había perdido la cuenta del número de veces que había evitado saltar sobre ella y besarla, antes de demostrarle que era el dueño indiscutido de su cuerpo. Era provocadora, sutilmente, pero no me perdía las miradas que