Jonás Llevaba un buen rato junto a ella, murmurándole palabras alentadoras, tratando de calmar su angustia. Era extraño verla así, no lo hacía desde el día en que la conocí y luego de eso, siempre se mostraba demasiado fuerte. Su respiración pesada, me hizo notar que se había quedado dormida y aunque quería quedarme a su lado, debía saber si lo habían atrapado. Con cuidado de no despertarla me empecé a levantar, para luego cubrirla con las mantas. Incluso ahora, su expresión era de pura angustia. A penas salir, vi caminar a su madre con dos tazas en sus manos. —Es manzanilla, creí que serviría para calmarla un poco. —se veía tan preocupada, casi del mismo modo en que me encontraba. —Se ha quedado dormida, pero yo tomaré uno. Lamento esto, pero necesito saber qué sucedió. —No querí