Gastón volvía de su guardia de trece horas, notablemente cansado y de mal humor por culpa de un estudiante de medicina que hizo todo mal y casi mata a un paciente. Hizo el mayor esfuerzo posible por mantenerse despierto mientras cenaba, pero ni bien terminó de comer decidió irse a dormir. —Ya sé que casi no nos vemos últimamente, pero prometo compensarlo —dijo dándome un beso en los labios y yéndose a la habitación. Suspiré mientras recogía la mesa y empecé a lavar los platos. Tanto me esforzaba en preparar una rica comida y él ni siquiera decía una palabra al respecto. Yo también estaba cansada, porque a pesar del embarazo seguía yendo a trabajar. Juan se tomó todo muy bien y me dejaba faltar o salir más temprano, pero tenía que avisar con anticipación. Trataba de no faltar nunca y, de
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