—¿Qué tiene ese chico contra mí? —me preguntó el compañero nuevo mientras tomábamos un café en Havanna después del trabajo. Una semana había pasado desde que lo conocí y nos llevábamos excelente. Me encogí de hombros y sonreí.
—No sabe que sos gay y te ve como una posible competencia para ganarme —respondí, calentando mis manos con la bebida.
—¿Qué? ¿Pero no es súper obvio que soy gay? —hice el gesto de más o menos con la mano— A ver, ¿entre ustedes pasó algo? —me sonrojé.
—Quizás —recordé todas las caricias, los besos, los abrazos, las noches de pasión y suspiré.
—Estás hasta las manos con él —asentí mordiéndome los labios—. Y cómo no, es un bombón. Igual es re notable que entre ustedes hay una química especial, él te devora con la mirada.
—Sí, él dice que le gusto, pero aun así e
