El fuego ardía en la chimenea frente a él, sus ojos fijos en las chispas que saltaban de la leña consumiéndose sintiéndose así en su interior, ardiendo de ira por no poder controlar lo que acontecía a su alrededor, sin poder soportar del todo saberla bajo el mismo techo que él, alejada en las habitaciones del primer piso como si nunca hubiera sido la persona más importante de aquella casa. Odiaba en su interior no poder controlarse frente a ella, no poder guardarse del todo los sentimientos que su sola presencia desataba. Ese beso todavía ardían en sus labios, consumiéndose del deseo de tenerla de nuevo, de sentirla suya otra vez y esta vez nunca volver a soltarla. Ese debate continuo en si luchar por ella o dejar las cosas como estaban, después de todo no podía obviar el hecho de que ya