Lili Bennet
Se sentía tan bien regresar del lugar donde nunca debí salir, los empleados me recibieron con aplausos y felicitaciones por mi retorno. Todos sabían lo que significaba mi presencia para este lugar, solía ser dura y estricta pero también sabía recompensar por el buen trabajo. Consideraba que mi gente eran leales y que no se dejarían sobornar por unos cuantos dólares cuando conmigo estaban bien.
—Bienvenida, señorita Bennet —me recibió mi antigua secretaria, sonriendo con autenticidad —la están esperando en la sala de reuniones. La señora Bennet ya se encuentra ahí.
Asentí levemente caminando hasta la sala de reuniones, todos se pusieron en pie al verme, noté el disgusto en algunos y es que con los años algunos se van apoderando de más poder y yo era una amenaza para ellos.
—Buenos días, señores —caminé hasta el lado de mi madre, pasando mis ojos por todos ellos viendo rostros nuevos.
—Como decía, mi retiro es definitivo y el día de hoy entrego presidencia a la legítima dueña de Bennet Corp., mi hija Lili Bennet —se apartó de la silla cediéndola —ha sido un placer trabajar con ustedes, me enorgullece decir que han sido el mejor equipo y se que no me defraudarán con mi hija y demostrarán que son mejor de lo que demuestran hoy.
Madre salió de la sala de reuniones dejándome a cargo, no me senté y solo caminé alrededor de la mesa mientras me presentaba.
—Soy Lili Bennet, muchos me conocen y saben la forma en la que trabajo, las reglas que me rigen y las que me han llevado al éxito —comencé a hablar —a partir de ahora absolutamente todos se encuentran en periodo de prueba, desde los gerentes de los diferentes departamentos hasta la más pequeña secretaria, quien no cumpla con lo mínimo se larga porque aquí no quiero gente incompetente —me detuve poniendo las manos sobre la mesa viendo fijamente al vice presidente, mi primo, Elijah Bennet —se vos destaca por ser los mejores y cada uno demostrará de que esta hecho. Quiero innovaciones, señores, algo diferente a lo que la competencia tiene, una mejor tecnología para facilitar el trabajo y hacer más en menos tiempo.
Continúe hablando de la visión que tenía para esta nueva etapa, llegar a la cima sería un arduo trabajo pero no imposible y menos para mi. Si a alguno de ellos le quedaba grande la tarea sería reemplazado por otro que si pudiera.
Di por terminada la reunión pidiendo que me llevaran informes de cada departamento a mi oficina, salí con mi secretaria siguiéndome los pasos anotando cada una de mis órdenes. Al abrir la puerta contuve las respiración al ver la oficina tal y como la dejé hace cinco años, madre lo tenía todo preparado y se había esmerado demasiado en complacerme con todo, en que me sintiera a gusto y no quisiera volver a refugiarme en la isla.
—Pensé que la tía Grace no lo lograría —hablaron a mi espalda, rápidamente me di la vuelta para sonreírle al hombre que había extrañado tanto —es bueno tenerte de regreso, siendo la misma gruñona de siempre.
Me lancé a los brazos de Elijah, del hombre que lo consideraba como el hermano que nunca tuve.
—Ya estaba casando de viajar tantas horas para verte —cerró la puerta detrás de él acomodándose en una de las sillas frente al escritorio —te has visto aterradora en la sala de reuniones, has asustado a todos los directivos.
—Sabes mi manera de trabajar —tomé asiento en mi silla y fue como volver a donde realmente pertenecía –los errores del pasado no volverán a ocurrir y voy a asegurarme de ello.
—¿Crees que te busque? —me encogí de hombros —sería un completo imbécil si lo hace.
—Si se presenta será para amenazarme, pero para su desgracia no le tengo miedo y no me dejaré amedrentar por ningún Decksheimer —aseguré haciéndolo sonreír e imaginé lo que diría a continuación.
—Sabemos que si te doblegas por uno —la imagen de mi hijo me hizo sonreír, solía ser tan autoritario como su padre, malhumorado y esa arrogancia que posiblemente la heredó de los dos —en fin, si se aparece hazme una llamada para darle esa golpiza que no me dejaste darle hace años.
—No seas tonto —reí —además, no creo que me busque, ahora mismo no somos ninguna amenaza para él.
—Puede ser, pero si es inteligente sabrá que dentro de poco lo seremos —se levantó para rodear la mesa y abrazarme —eres Lili Bennet, la reina de Los Ángeles, la que nunca está abajo porque nació estando arriba y ahí se quedará.
—Es bueno tenerte.
Después de esa pequeña conversación se marchó y envió los informes con su secretaria, después de tanto tiempo me sentía útil, moviéndome de un lado a otro sin desconocer nada. Recordaba mis primeros meses viviendo sola, el desastre que era en la cocina por no saber preparar ni unos panqueques.
Pero en aquel tiempo aprendí más cosas que desconocía, volviéndome totalmente independiente, una mujer que no necesitaba de nadie para sobrevivir y muy capaz de darle el mundo entero a mi hijo.
Pasado el medio día salí de mi oficina visitando algunos departamentos para cerciorarme que el orden fuera como lo pregonarán, tomando nota de algunos detalles que no me gustaba y que más adelante me encargaría de cambiarlos.
Al volver al piso de presidencia me encontré con mi secretaria sigo agitada, preocupándose al verme llegar, sus manos temblaban y parecía no encontrar las palabras adecuadas.
—¿Qué pasa?
Tomó una bocada de aire antes de comenzar a hablar.
—Le dije que usted no estaba y que no podía pasar pero él insistió y… la está esperando adentro.
—¿Quién? —pregunté aún sabiendo el nombre que pronunciaría.
—Alex Decksheimer.
Mi cuerpo entero entró en tensión, miré fijamente hacia mi oficina debatiéndome si devolverme al ascensor o enfrentarme de una vez a ese pasado que me seguía atormentando después de tanto tiempo. Pero huir era de cobardes y yo no era una, sacudí una pelusa imaginara de mi blazer antes de continuar mi camino a mi oficina.
—Que nadie nos moleste —le dije a mi secretaria, no quería que nadie se metiera en mis asuntos porque si alguien debía poner de rodillas a Alex esa sería yo.
Cerré la puerta de golpe encontrándolo de espaldas a mi, un frío arrasados recorrió mi cuerpo seguido de esa ira incontrolable cada que me acordaba de lo que hizo, del daño irreparable y que me marcó para siempre muy a diferencia de él que había rehecho su vida como si nada casándose con la misma mujer que me engañó.
Contuve la respiración cuando se dio la vuelta y su frívola mirada se posó en mi, si causé algún efecto en él no lo demostró, seguía indiferente a mi mostrando que nunca fui nada para él, sólo un objetivo que ya había cumplido.
—Cuando pienso que no puede haber tanto cinismo en una persona vienes tú y me sorprendes —me crucé de brazos y lo miré con desdén controlando mi impulso para sacar todo el odio desmedido, la repugnancia que me ocasionaba tenerlo de frente —¿qué demonios estás haciendo aquí?
—No te creas tan importante —comenzó a hablar acercándose a mi —sólo vine para dejar ciertos puntos claros, las cosas han cambiado en todo este tiempo y ahora funcionan de forma diferente.
—¿Tienes miedo? —alcé una mis cejas dejando escapar una burla —claro que lo tienes, soy una amenaza para tu estabilidad.
—No te enaltezcas cuando sólo eres una hormiga a mi lado, no tienes nada, no eres una amenaza como te consideras pero… —hizo una pausa acercándose más y más —si llegas a tocar uno de los míos o meterte en mis asuntos te juro que voy a destruirte por completo.
Volví a reír y negué con mi cabeza moviéndome lejos de él, deteniéndome frente al ventanal.
—¿Tienes miedo de que toque a tu preciada prometida? —me burle murándolo por sobre mi hombro —¿o que me meta con tu adorada familia? Sabes que cumplo mis juramentos y ese no será la excepción.
—No eres nadie, Lili. No busques problemas si lo que quieres es sobrevivir en la industria.
—¿Sobrevivir a la industria? —repetí sintiendo la sangre más caliente —¡Yo soy la industria! No hay nada que no pase en ella que no lo sepa y puede que ahora me encuentre un escalón por debajo de ti pero si me conociste un poco en todo ese tiempo a tu lado sabrás que de u otra forma llegaré a donde quiera llegar y esa es la cima. Nací en ella y moriré en ella.
Mis ojos se conectaron con los suyos, bloqueando cada recuerdo y sentimiento que una vez sentí por él, dejando que mi indiferencia se apoderara de mí porque no habría nada cálido, nada de lo que conoció en aquella mujer que habría dado la vida por él.
—Sigues enalteciéndote cuando estas hundida, Lili —rió sarcásticamente —que lástima me das.
—¿Si? Tanta que no pudiste resistir venir a verme, dices que no soy importante para ti pero mírate, estas aquí queriendo disfrazarlo con “poner las cosas claras”. Tus acciones contradicen tus palabras, Alex.
Admiraba mi fuerza de voluntad para no doblegarme ante él, por no dejarme intimidar por esa mirada envenenada que me dejaba en claro que así como no habían rastros en mi de la mujer que fui, así tampoco los habían en él.