(Narra Annie Rowan) ― ¿Por qué esperaste tanto entonces? ― Dante parecía lleno de rabia. ― Porque tenía que encontrar a la manada, al menos lo que quedaban, y con vida. Tenía que cumplir mi promesa. Debía ser la manada de este pueblo, no ninguna otra. Hubo un silencio sepulcral, nadie quería decir nada. Adolph estaba sentado mirando por una ventana, se veía impaciente. ― ¿Cómo sabe lo que paso entre nuestros abuelos? ― La duda era demasiado fuerte. Esbozo una media sonrisa y hablo. ― El padre de Adolph recordó todo cuando ya era demasiado tarde, cada quien había hecho su vida y como tu abuela jamás lo busco, el decidió dejar las cosas así. Y como una manera de ayudar a Adolph a “corregir su actitud” le confesó todo solo a él. Después de unos minutos llegamos a un parte del bosque en