(Narra Annie Rowan)
―Me enviaron por usted, le pido que no se asuste y camine.― No grité, no forcejeé y mucho menos desobedecí a las órdenes, fueron tan amables que me sorprendieron. Cuando salimos mi opresor puso un poco más fuerza en su agarre, mis brazos se entumecieron. Y como iba con ropa no apta para el frío comencé a congelarme.
― Está sintiendo frío. Tome.― Dijo una voz gruesa que me ofreció una chaqueta. Y a pesar de que era un secuestrador, su voz tenía una tinta enorme de amabilidad.
― Pero... Usted tendrá frío.
―Para nada, solo úselo.
Caminamos hasta llegar a una camioneta. Lo sabía, me iban a matar. Cortarían mi cuerpo, lo pondrían en bolsas y lo tirarían en algún lugar donde jamás sería encontrado.
Mis piernas se tropezaron al acercarnos más, así que me caí, el hombre s
