RAINA KLEIN…
Respiro profundamente tratando de calmar la fuerte punzada de dolor en mi cabeza, que justo ahora aumenta al estar en una reunión con mi mesa directiva quienes me presentan un informe trimestral del estado de las empresas. Observo a las personas a mi alrededor, Hanna frunce el ceño antes de ponerse en pie y salir de la sala. Cuando vuelve se sienta en su lugar a mi derecha y disimuladamente pone frente a mí una pequeña botella de agua junto a mi junto a una pastilla.
- Gracias – hablo metiendo la pastilla en mi boca tomando la botella y antes de beber de ella veo que hay una nota.
“para tu cabeza… KW”
- ¿Quién lo trajo? – pregunto observando a mi asistente bebiendo un poco de agua.
- La asistente del señor Winter – enarco una ceja.
- ¿Winter? – pregunto sorprendida – ¿choque a un Winter?
- Al señor Klaus Winter – abro los ojos perpleja
- ¿enserio? – ella sonríe – de echo le envió algo más que el analgésico y el agua.
- ¿arreglaste lo del choque?
- El señor Winter, se negó… - suspiro, aunque el dolor empieza a mermar creo que debo arreglar este inconveniente. Me pongo de pie llamando la atención de todos los demás.
- Hanna reprogramara la reunión para esta semana – informo dando por terminada la reunión. – prepárate, iremos a la oficina del señor Winter.
- Su asistente la espera en el estacionamiento – me informa haciendo que me vuelva a verla confundida. – quiere entregarle personalmente lo que le envió el señor Winter.
- Maravilloso – hablo caminando fuera de la sala de juntas – trae mi bolso y abrigo – me dirijo al ascensor – te espero en el estacionamiento.
- Por supuesto señorita
Me adentro a la caja metálica presionando el botón del estacionamiento, cuando este empieza a bajar mi celular vibra en mi mano y como he estado haciendo toda la mañana, ignoro la llamada de mi padre.
Lo que paso en la cena la noche anterior me traerá muchísimos problemas y más odio de parte de Walda y sus hijos, pensar en eso hace que suspire con frustración porque es algo que no puedo huir, ni evitar. Un doloroso recuerdo viene a mi mente lo que me hace sacudir la cabeza cuando el sonido del ascensor me informa que ya me encuentro en el estacionamiento subterráneo que solo uso yo. Camino un par de pasos hasta que veo a una mujer alta, bien vestida y su cabello rubio atado en un moño bajo perfectamente peinado.
- Señorita Klein – me saluda extendiendo su mano hacia – Olenka Florov, asistente del señor Klaus Winter.
- Un gusto – estrecho su mano – quiero hablar con su jefe
- El señor Winter la atenderá cuando usted desee ir a verlo – responde ella entregándome una tarjeta de presentación negra con el nombre de Klaus y su número personal – también le envió esto – me extiende una llave negra, la tomo viendo el toro dorado, sonrio presionando el botón de desbloqueo viendo las luces de un Lamborghini Urus en color n***o frente a mí – pidió que se le pusiera su auto. – ruedo los ojos justo cuando Hanna aparece con mi abrigo.
- Toma un auto y sígueme – ordeno cuando abre el abrigo para que me lo ponga y me entrega mi bolso. – guíame – ordeno a Olenka abriendo la puerta del Lamborghini subiéndome en el asiento del piloto y ella se sube junto a mí en el asiento del copiloto.
Rápidamente introduce la dirección en el navegador del auto por lo que nos ponemos en marcha en instantes. Siento mi celular vibrar de nuevo, pero vuelvo a ignorarlo, aun no quiero lidiar con los Klein y su odio. Noto a la mujer junto a mi revisar documentos en su iPad hasta que llegamos a la dirección que indica el GPS.
- Ingrese al estacionamiento privado – me informa a lo que yo asiento con la cabeza siguiendo sus indicaciones.
- Que Hanna también entre – ordeno a lo que ella asiente con la cabeza haciendo una señal para que los autos ingresen. Al aparcar el auto veo que mi asistente también lo hace, bajo junto a Olenka que nos guía por el lugar hasta el ascensor que requiere de una tarjeta para abrirlo.
Ingresamos y rápidamente subimos al último piso, cuando las puertas se abren sonrio internamente al ver lo parecida que es la decoración a la de mi empresa.
- Por aquí señorita – escucho a Olenka que me indica el camino hasta una oficina al final del pasillo, junto a la puerta hay una placa en la que se lee.
K. Winter – CEO
- adelante – abre la puerta haciéndose a un lado dejándome pasar.
Una vez entro ella cierra la puerta haciendo que solo yo quede dentro. Suspiro antes de darme la vuelta caminando hacia el escritorio justo cuando Klaus levanta la mirada dejándome sin aliento al ver sus hermosos ojos. ¡son bellísimos! Pienso
No me había prestado le había prestado mucha atención, pero en mi defensa, nos conocimos extrañas circunstancias. Pero ahora teniendo frente a mi debo admitir que es muy atractivo, pero lo que más me gusta son sus ojos. son de un hermoso azul uno de ellos tiene una gran mancha color miel que abarca la mitad de su iris, el otro tiene tintes del mismo color.
- ¿Cómo está tu cabeza? – su voz es áspera y suave lo que me hace enderezar aún más la espalda al tiempo que un exquisito aroma amaderado me envuelve.
Paso saliva al verlo ponerse de pie notando lo bien que le queda el traje de tres piezas color gris claro. No lleva el saco puesto y las mangas de su camisa están dobladas hasta los codos. ¿Qué me pasa? Pienso sintiendo como el pulso se me acelera y la respiración se me vuelve pesada. ¿a qué vine? Raina, concéntrate. Me reprendo. ¿Cuál era su pregunta?
- Solo fue un pequeño golpe – respondo pasando saliva, él me sonríe y al hacerlo siento que algo me atropella con fuerza. – vine a verlo porque necesito aclarar algunas cosas con usted. – se recuesta en el borde de su escritorio cruzándose de brazos dándome toda su atención, pero yo no puedo dejar de verlo. Si alguna vez dude que la perfección existía, Klaus Winter me acaba de demostrar cuan equivocada estaba.
- Soy todo idos – reaccionando tomando la llave del Urus mientras camino hasta quedar frente a él extendiéndosela.
- El accidente fue culpa mía – hablo mientras él me observa con intensidad – no tiene por qué costear mis errores…
- Tengo una exorbitante cantidad de dinero en mi cuenta bancaria que solo aumenta a cada segundo – habla divertido – un Urus no representa inconveniente alguno.
- Puedo asegurarle que mi cuenta bancaria es igual a la suya – respondo poniendo la llave en su mano, pero antes de que pueda si quiera retirar la mía él la toma empujándome hasta que choco con su pecho. Paso saliva viéndolo a los ojos.
- Creo que acabo de enamorarme – susurra a centímetros de mis labios – tus ojos son realmente hermosos, aunque no haya vida en ellos. – sonrio con ironía alejándome de él.
- Mañana a primera hora tendrás tu auto y me hare cargo de todos los gastos del choque…
- Raina… – trata de hablar, pero me acerco lentamente hasta quedar frente a él sin apartar mis ojos de los suyos.
- Créame cuando le digo señor Winter que soy suficientemente capaz de costear mis errores y el choque lo provoque yo – me acerco un poco más a él haciendo que nuestros labios casi se rocen – no necesito que usted lo haga por mí.