06

1624 Palabras
Camino en dirección a mi oficina luego de llegar de la visita que le hice a Klaus que me dejo un poco desconcertada. Yo jamás he sido tan impulsiva como lo hice hace un rato. Es la primera vez que choco en mi vida, mas no la primera vez que me hacen un regalo como el que Klaus me envió. Sin embargo, siempre ha sido Hanna la que se ha encargado de devolverlos. -         Señorita Klein – Hanna me saca de mis pensamientos cuando estoy por entrar a la oficina. – su madre y hermanos la esperan en la oficina – dejo escapar todo el aire que no sabía que está reteniendo, cierro los ojos llevando una de mis manos a mi frente frotándola levemente. Me vuelvo a verla y ella me da una mirada triste junto a una pequeña sonrisa de ánimo. Asiento como la cabeza entregándole mi bolso y abrigo antes de retomar mi camino hasta estar frente a la puerta de mi oficina, respiro profundamente tomando el picaporte consiente de que lo que suceda en allí dentro me destruirá por completo. -         Al fin llegas – habla mi madre poniéndose de pie luciendo impecable como siempre enfundada en traje chanel n***o que resalta sus ojos y su hermoso cabello. -         si me hubieran dicho que vendrían con anticipación – hablo caminando hasta el escritorio donde se encuentra Ronald sentado en mi silla lo que hace detenerme. – si están aquí por lo que dijo padre en la cena, no tienen de que preocuparse, no quiero nada de los Klein. -         Al parecer padre no piensa lo mismo – habla Otto molesto -         Toda mi vida ustedes no han permitido que olvide que solo soy una bastarda que no merece ser una Klein – al ver a los cuatro asentir con la cabeza me destroza, pero no se los demuestro - ¿Por qué se preocupan se preocupan ahora? Si nada de eso me pertenece, ni me interesa. -         Díselo a padre, para olvide esa estupidez – habla Kurt acercándose a mi haciéndome temblar, pero me niego a demostrarles lo mucho que me afectan. -         Quiero que busques la forma de rechazar todas esas ideas de forma legal – ordena madre haciéndome reír - ¿te divierto? -         Hablare con padre – digo sin más observándolos - ¿es todo? -         Necesito algo de ti – me vuelvo a ver a Ronald que se pone de pie acercándose a mí y el brillo en sus ojos no me da buena espina. -         Serás el próximo CEO del grupo Klein – hablo mirándolo a los ojos - ¿Qué podrías querer de mí? -         quiero hacer negocios con Klaus Winter – habla caminando a mi alrededor. -         ¿quieres que te enseñe como ser un empresario? – musito ganándome una fuerte bofetada que hace que mis ojos se llenen de lágrimas, mas no las derramo. -         No olvides con quien es que estas hablando – me toma fuerte del rostro con una mano haciendo que lo vea – ya que eres la heredera – el tono de sarcasmo no pasa desapercibido – quiero que el Klaus Winter sea socio del grupo Klein. -         ¿ego herido? – me suelta bruscamente antes de abofetearme de nuevo. -         No juegues conmigo, Raina – desvió la mirada hacia madre que nos observa con una sonrisa perversa lo que hace que algo dentro de mi muera un poco más. Paso saliva volviendo la mirada a uno de mis verdugos. – no creo sea complicado para ti – el brillo oscuro y perverso que veo que en sus ojos hace que un escalofrió de miedo me recorra el cuerpo – durante la fiesta de aniversario me di cuenta que puede estar interesado en ti. -         Y si no lo está – intervine madre observándome con desprecio y asco – siempre puedes convencerlo como hizo la zorra que te pario. -         Abrirte de piernas – siento nauseas al escuchar a Otto haciendo que los demás rían con arrogancia. -         Te quiero en casa esta noche – habla madre observándome con asco – aunque no me gusta ensuciar mi hogar con tu presencia, pero necesito que soluciones esto cuanto antes. -         Estaré allí con mi abogado – veo que Kurt le entrega una carpeta a Ronald que este pone frente a mí. -         Esta es la propuesta que quiero le presentes a Klaus – habla y cuando estoy por tomarla deja de sujetarla haciendo que caiga entre los dos al suelo haciendo reír a los dejas. – mejora esa propuesta que mañana voy a reunirme con él y quiero impresionarlo.   Sin más todos salen de la oficina mientras yo me dejo caer de rodilla rompiendo en llanto sintiendo dolor, rabia, tristeza e impotencia. Los recuerdos de cómo ha sido mi vida pasan frente como si de una película se tratase recordándome que no tengo a nadie y que no soy nada. Me abrazo a mí misma buscando apoyo, me abrazo como siempre lo he hecho buscando la fuerza suficiente para continuar. Mi cuerpo entero tiembla y el pecho me vibra mientras intento ponerme en pie, pero antes de hacerlo las piernas fallan haciendo que caiga de nuevo. Un fuerte grito sale de lo más profundo de mi interior desgarrándome la garganta. Respirando profundamente me pongo de pie, escaneo mi entorno con la mirada y todo allí me abruma y me hace sonreír triste. -         Dinero – camino hasta mi escritorio diseñado y echo exclusivamente para mí, furiosa arraso con todo lo que hay sobre este. – dinero – me desvió la mirada hacia mi mano derecha donde descansa un brazalete de diamantes el cual hace que me calme un poco, odio que ellos tengan el control sobre mí, pero no puedo evitarlo. -         Señorita… - habla Hanna haciendo que me vuelva a verla, pone frente a mí un vaso de agua y un calmante que me bebo de inmediato tratando de recobrar el control. También pone frente a mí un collar de diamante el cual me hace sonreír con tristeza mientras las lágrimas caen de mis ojos. – su padre esta al teléfono. -         Dile que iré a casa esta noche – acaricio con la punta de mis dedos la hermosa joya – llama a dos de nuestros de abogados, que vayan a casa de mis padres esta noche. Camino hasta donde se encuentra la carpeta con la que Ronald me humillo una vez más, la tomo dejándome caer al suelo e instantes después Hanna pone frente a mi portátil.  -         Déjame sola – ordeno quitándome los tacones – no quiero ver a nadie – sin más sale dejándome sola, siento como un par de lágrimas ruedan por mis mejillas y un dolor fuerte en el pecho. sin embargo, el calmante me mantiene controlada y no permite que mis sentimientos me controlen. Tomo la carpeta empezando a leer la propuesta de mi hermano hacia Klaus, pero a medida que avanzó en mi lectura noto lo terrible que es. Pongo mi mente en blanco poniendo toda mi atención en la propuesta olvidándome de todo lo demás, no sé cuánto tiempo pasa hasta que veo a Hanna inclinada frente a mí con una taza de café en una de sus manos. -         Señorita – habla ofreciéndome el café – acaban de llegar los abogados -         ¿Qué hora es? – pregunto viendo que ha oscurecido. -         Las siete – responde entregándome el celular, pero no lo reviso – le prepare un cambio de ropa y le tengo el baño listo. -         Imprime esta propuesta con sello del grupo Klein y el de Ronald – me pongo de pue tomando el café que me bebo saliendo de mi oficina hacia el cuarto que tengo en este piso, me froto el cuello sintiendo mi cuerpo resentido al estar tantas horas en la misma posición. Me concentré tanto en olvidar que no supe en que momento paso el tiempo. Al entrar froto mi cuello caminando al cuarto de baño donde al entrar el olor a manzana y canela me golpean respiro profundamente desnudándome caminando a la bañera adentrándome en el agua caliente. Odio momentos como estos, donde estoy sola con mis pensamientos. Respiro profundamente deslizando mi cuerpo por la cerámica hasta sumergirme por completo, cierro los ojos aguantando la respiración, de inmediato los recuerdos vienen a mi mente sentándome de golpe con el cuerpo tembloroso y las lágrimas ruedan por mis mejillas mezclándose con el agua. -         Odio sentirme de esta forma – susurro abrazando mis piernas dobladas. Paso saliva tratando de pasar el nudo que tengo en mi garganta cuando los recuerdos vienen a mi mente y por más que trato de evitar no pensar en ellos, son una tortura constante. Respiro profundamente poniéndome de pie tomando un albornoz y una toalla para secarme el cabello mientras voy a la habitación donde veo sobre la cama el conjunto que eligió Hanna para mí. un pantalón azul rey ancho a juego con una blusa corta de color blanco manga larga y tacones del color del pantalón. Me visto rápidamente antes de secar mi cabello dejándolo caer en delicadas hondas sobre mi espalda. Siento como los ojos se llenan de lágrimas cuando empiezo a maquillarme, veo un pequeño hematoma en mi rostro, lo cubro con base pasando saliva. Busco unos pendientes y collar a juego. una vez lista salgo encontrándome con mi asistente y mis abogados. -         Pedí que me esperaran en casa de mis padres – hablo mientras ella abre un abrigo para mí. -         Mi error, señorita – responde Hanna y yo niego con la cabeza – disculpe. -         Vamos – hablo caminando hacia el ascensor – a mi madre no le gusta esperar.  
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR