Mamá me llama muchas veces preguntándome cuando voy a ir a verla. No puedo ahora. No puedo llevar a Dominic a donde ellos viven. Sería ponerlos en el punto de mira innecesariamente. — No entiendo por qué Brina te mantiene tan ocupada —se queja mamá al otro lado del teléfono. La oficina está llena. Todo el mundo está trabajando y yo tengo los pies encima de la mesa mientras me tomo un descanso de cinco minutos. — Es mi trabajo. — Sabemos que te han cambiado a la sección de la mafia. Vimos tu entrevista en el periódico —Me quedo callada y la escucho suspirar al otro lado de la línea—. No quiero que te pase nada, Fiorella. No soportaría perder a mi otro hijo. — No me pasará nada. Lo tengo todo controlado. — Nunca tienes nada controlado cuando me dices eso. — Mamá, estoy bien. Sol