Fiorella ya debería estar en casa pero todas las luces están apagadas. Su Vespa celeste no está y miro la hora en mi reloj. Las doce de la noche. Llevo más de una hora aquí esperando que aparezca, pero no hay rastro de ella. Decido montarme en el coche y conducir hacia su trabajo y después al bar donde suele ir a tomarse alguna que otra cerveza. Nada. No está. Conduzco hacia casa de Dante y me siento en el sillón de su estudio esperando que me abra la cerveza. Mi amigo lleva ropa de deporte y su pelo es un desastre. No estamos pasando por un buen momento. — ¿Sabes algo? — No me ha dicho nada —Me da la cerveza y se sienta en el sillón frente a mí—. Además, no la encuentro. — ¿Qué? — Le he perdido el rastro a la chica. — ¿Cómo le puedes perder el rastro a alguien que solo va al t