Me bajo de la vespa y veo que el coche de Dominic para a una distancia prudente, como si no supiera que ha estado siguiéndome. Me quito el casco y suspiro pesadamente. Me cuelgo bien la mochila y saco las llaves de casa. Abro la puerta del portal y me siento segura lejos de él. Estar en su punto de mira me hacía sentir en peligro. Siento que todo esto está superándome por momentos. ¿Cuándo acabará? ¿Se terminará cansando de vigilarme y me matará? ¿Me dejarán libre para que pueda señalarlos y decirles que ellos son parte de la mafia? Lo dudo. Subo las escaleras y cuando llego a casa, abro la puerta y dejo el casco y la mochila en la entrada. Lucinda no viene a recibirme y frunzo el ceño. — ¿Lucinda? ¿Ya te has ido gata salvaje? —Dejo las llaves en la mesa del salón y pongo las manos