Lorenzo ha puesto una pequeña televisión en una mesa improvisada a los pies de mi cama. Yo me he movido únicamente para ir al baño y poco más.
Está sintonizando los canales mientras ambos estamos callados. Me ha dejado uno de sus móviles para que pueda meter mi tarjeta porque el mío quedó destrozado en el accidente y estoy esperando a que la aplicación de mensajería de actualice.
No sé a qué hora se fue Lorenzo de mi cama está madrugada, pero cuando desperté, él ya no estaba.
Me ha hecho un rico desayuno. Tostadas con mermelada y un zumo de naranja recién exprimido. También me puso en la bandeja las pastillas que debía tomarme.
— Las pastillas me aturden —digo cerrando los ojos.
— Son calmantes, es normal. Ahora lo que tienes que hacer es dormir.
— No puedo dormir todo el día.
—
