CAPITULO XXXIV SE CUENTA EL FIN DE ESTA VERDADERA HISTORIA Á LOS primeros albores de la mañana siguiente ya todos estábamos en movimiento y á la obra, porque lo cierto es que no era trabajo tan sencillo el trasporte de toda aquella masa de oro por cerca de una milla, en tierra, y por tres millas, en el bote, hasta llegar á La Española, siendo como éramos tan escaso en número los operarios. Los tres rebeldes escapados la víspera y que forzosamente permanecían aún en la isla, no nos dieron ningún quehacer. Pusimos un centinela en el declive de la loma para evitarnos una sorpresa, y por lo demás, nos tranquilizaba la idea de que ya no deberían tener mucha gana de pelear después de los sucesos de cuatro días infructuosos para ellos. Con esta creencia, la obra del trasporte fué activada vigo