[Gael ]
Adela llegó a las 3 am ¿Cómo lo sé? Porque pude escuchar sus botas pisando fuerte la escalera. Subía con prisa, como si estuviera huyendo del hecho de que yo podía salir del estudio e interceptarla. Cerró la puerta de su habitación y después el silencio invadió de nuevo la casa.
Yo la escuché desde mi estudio, donde desde hace mucho tiempo finjo que escribo mi autobiografía pero en verdad no he logrado nada que valga la pena. La relación con ella ha matado hasta el último grano de inspiración que podría tener dentro de mí. Me levanté con cuidado y después subía mi habitación, aunque por última vez me quedé parado en el marco de mi puerta viendo la suya. Ni una sola noche hemos pasado juntos, ni siquiera sé cómo duerme, o de qué lado lo hace, no tengo ni idea de sus rituales por la mañana y repente extraño esa sensación de escucharla respirar. Solía mover cielo, mar y tierra para poder llegar un minuto con ella y besarla, ahora me da igual si viene o va, o si hace lo que tiene que hacer.
Me viene a la mente la tercera vez que la vi, hace tres años atrás, y que supe que lo nuestro más que coincidencias en eventos era el destino gritándome que debía estar con ella. A Adela la apodan la "chica de los labios rojos" porque siempre trae los labios pintados de ese color de labial, yo no sabía eso hasta que lo vi publicado en una revista, la cual aún conservo entre mis cosas, siempre me gustó cómo combinaba el resto de su ropa con el tipo de rojo que traía en los labios, muchas mujeres combinan todo con los zapatos, ella lo hace con sus labios. El día que la volví encontrar justo nos encontramos en Madrid, iba caminando por la avenida Paseo del Prado cuando la vi salir del Museo de Prado, ese día llevaba una vestido de algodón completamente blanco que se pegaba a su cuerpo perfectamente, se veía fresco y con un escote en V un poco profundo, recuerdo muy bien que traía una cadena con un nudo de amor argelino que quedaba perfecto en ella. Se encontraba distraída porque observaba con detenimiento un mapa de la ciudad y trataba de ubicarse y cuando supo que hacer se puso las gafas de sol y caminó justo hacia donde yo estaba. Cuando me reconoció se paró por un instante y me sonrió. Me acerqué a ella y Adela cruzó los brazos.
—Señor Salvatierra de casualidad... —
—No soy gay — contesté para ahorrarle la frase y ella sonrió.
—Te iba a decir que si de casualidad me estabas persiguiendo, pero siempre es bueno tener una confirmación.—
Sonreí – Creo que es más probable que te pregunte yo qué haces aquí a que tú me preguntes a mi ¿no crees? — y ahora ella sonrió.
—Vine a la despedida de soltera de una amiga a las Islas Canarias y decidí pasar un rato en Madrid recorriendolo – me dijo segura y aunque no podía ver sus ojos a través de las gafas de sol sabía que me veía fijamente.
—¿Y viniste el Museo del Prado? – le pregunto extrañado.
—Así es, sólo ustedes tienen las obras que todo el mundo ve en libros en otras partes del mundo, así que tenemos que viajar hasta acá por cinco minutos frente a ellas.—
—¿Y ahora dónde vas? – le pregunté aventurándome un poco.
Ella tomó su pelo n***o y lacio y se peino una cola de caballo provocando que yo viera de nuevo ese escote en V que le sentaba muy bien y el nudo argelino. Después se acomodó las gafas de nuevo – Le pregunta aquí es ¿Dónde me vas a llevar? – y sonrió.
Ese gesto tan atrevido debo admitir que fue lo que captó mi atención, en todo el tiempo que llevaba conociendo chicas nadie me había contestado así —¿Te apetece algo de beber? – le pregunto y ella camina hacia mí – Vale, así podré ver quién tiene el mejor disfraz de camuflaje por la calle – y diciendo eso tomo un sombrero de paja con un listón blanco y se lo puso.
Caminamos por el Paseo del Prado y luego nos metimos por otras calles, la llevaría a mi sitio favorito, le presumiría Madrid y le haría pasar un buen rato, esos fueron mis pensamientos mientras andaba a mi lado y a veces contestaba mensajes de su móvil —¿El próximo señor de Carasusan no vino? – le pregunto mientras veo el anillo de compromiso en su mano.
—Está en Corea del Sur, exactamente en Seúl. He tratado de comunicarme con él sin éxito, necesito que me diga qué le parecieron las flores. —
—¿Segura que la despedida de soltera no es tuya? – le pregunto.
—No, la mía es octubre y será en Puerto Vallarta México – contesta – Me caso a finales del año en Los Cabos. Me encanta el mar, así que lo persigo a dónde voy. —
Segundo comentario que llama mi atención y apenas llevo 10 minutos de caminar con ella —¿No se supone que estabas grabando Star Wars? – y al decir esto ella voltea y me sonríe.
– No se te olvida nada ¿Cierto? – y se ríe.
—No, no se me olvida nada, así que cuidado con lo que dices porque podría recordarlo toda mi vida —y provoco que baje la mirada al suelo.
Entramos a la cafetería y nos sentamos cerca de la ventana, al parecer a ella no le importa mantenerse lejos del lente público, pero a mí sí, así que me dejo la gorra y los lentes de sol. Ella por fin se quita los suyos y me deja ver esos hermosos ojos que tiene y me sonríe – y tú ¿Qué haces en Madrid? ¿Familia, Negocios o Placer? —
—Negocios – contesto esquivo.
—¡Vaya! Parece que Gael Salvatierra se dio una escapada para ver algún amor escondido.—
Con su comentario me hace reír, parece ser que Adela es más intuitiva de lo que pensé y sé que no podré esconderle nada – vine a ver a una amiga – confieso.
—Entonces es placer. Bien por ti – y toma un sorbo de la coca cola de dieta que había pedido antes y después de dejarla sobre la mesa se suelta el cabello y saca un abanico n***o para echarse un poco de aire en la cara.
—¿Puedo preguntarte qué hacías en el Museo del Prado? —.
—Tengo un trabajo de medio tiempo en la tienda del museo — me dice y luego sonríe —lo mismo que cualquier persona normal, ir a ver las Meninas de Velázquez y que 5 guardias me griten a la cara ¡No fotos! — y los imitan haciéndome reír – la verdad Gael Salvatierra es que soy una nerd, una completa matadita y tenía que venir a ver lo que estudio por mi misma.—
—¿Lo que estudias? —
—Sí, estoy terminando un doctorado en Historia del arte y dije ¿por qué no? No creo tener fans en los museos.—
—¿Y lo tienes? – pregunto.
—Un perro de la entrada me hizo una canción – y se ríe – Me gustan por eso los museos, nadie te molesta porque hay obras majestuosas que son mucho más famosos que tú así que no les importas.—
Toma otro poco de coca cola y yo no puedo dejar de verla. Toda la combinación de ella es perfecta, su cara es perfectamente simétrica y esos labios rojos destacan y a la vez hacen juego con su cabello n***o azabache. Adela huele a Coco Mademoiselle y ese aroma en este momento invade todos mis sentidos —¿Qué? No preguntarás como una nerd como yo llegó a ser actriz. —
—Me preguntaba cómo una mujer tan bonita como tú era una nerd.—
—La belleza no está peleada con la inteligencia – me responde dejándome sorprendido – mi padre era doctor en física, mi madre es maestra en Derechos de la mujer, y mi hermano menor bastante inteligente. Imagínate qué paso cuando la hija menor le dijo a su padre que quería ser actriz.—
—¡La fatalidad! —digo divertido.
—Armagedón, posiblemente hubiera muerto ese día sino fue porque le juré que terminaría la Licenciatura y que le prometía hasta un doctorado. Él me creyó y aquí estoy, con un doctorado que sólo los que nos atrevemos lo hacemos por gusto porque en verdad a nadie le interesa un doctor en historia del arte. —
Me río por el tono en el que lo dice y ella hace lo mismo – al final de cuentas uno lo hace por amor al conocimiento nada más, no es que me den más premios por ser doctora en algo.
Adela vuelve a echarse un poco de aire con el abanico y después toma de nuevo los últimos sorbos de coca cola, yo por el contrario no he tocado mi bebida por estar escuchándola y observándola.De pronto en la cafetería empieza una canción y ella mueve su cabeza cantándola.
"Hé, maintenant Battez-vous" ( Hey, mientras tanto luchen ustedes) repite mientras sigue bailando sentada en su lugar.
—Amo esa canción, se llama Battez —vous de Brigitte. Guárdala en tu Spotify y cada vez que la escuches recuerda este momento donde acabo de hacer el ridículo.—
—Para nada, creo que es lo más natural y tierno que has hecho – le confieso.
—Entonces atesóralo – y me guiñe un ojo.
Adela ve vibrar su móvil y lo toma de inmediato – Hello! – dice en un perfecto inglés y luego sale de la cafetería dejándome solo. Trato de escuchar lo que dice, pero sólo por los ademanes que hace sé que no es bueno, después de un rato vuelve a entrar a la cafetería y se sienta un poco desganada.
—¿Malas noticias? – pregunto.
—Si tu prometida te diera a escoger dos tipos de vestidos de novia y tu respondieras con exactitud el modelo y el color... —
—Sospecharía que otra mujer lo escogió por él. —
—Right? – dice triste – ustedes lo hombres no saben de eso, dicen bonito o feo, blanco y más blanco... —y a pesar de todo vuelvo a reír.
—Sospechas que Ben te pone el cuerno.
—Aún no estoy segura, pero todo va por ahí, aún así no viajaré hasta Corea del Sur a averiguarlo. Espero en verdad que no. —
No sé cuánto tiempo hemos pasado conversando en aquella cafetería que cuando veo por la ventana veo que el cielo se va oscureciendo. Nuestra platica es amena pero muy divertida y la conexión que hay entre los dos es instantánea. Me gusta, me gusta mucho, pero creo que Adela en este momento no está interesada.
—Tú me invitaste las bebidas ¿Quieres que yo te invite la cena? —.
Recuerdo que tenía otros planes, pero ahora era seguro que esos habían quedado cancelados por completo. Me levanto de la silla y le ofrezco la mano – Venga, vamos muero de hambre y la noche aún es joven.
Ella la toma y reconozco que la sentir su tacto mi cuerpo ha reaccionado de la forma más inesperada. Es como si mis manos, a pesar de haber tocado a tantas personas, nunca lo hubieran hecho de verdad hasta sentir el tacto de ella. Adela lo siente también, al grado que me sonríe y nos quedamos mirándonos como tontos.
—¿Me devuelves mi mano? – interrumpe mi fantasía y la suelto.
—Lo siento – contesto pero ella parece no importarle.
Salimos del lugar y caminamos otro poco, afortunadamente ella trae unas zapatillas blancas que son cómodas y le permiten recorrer las calles sin ningún problema. La temperatura ha bajado un poco y la noche se pone fresca, el calor se va un poco pero tengo el presentimiento que entre los dos podríamos superar los grados que habían hecho durante el día.
—¿Ese collar te lo dio él? – le pregunto y lo toma entre sus dedos y lo ve.
—Un nudo de amor argelino ¿hermoso no? Sí, me lo dio él cuando cumplimos un año. Es raro que me lo quite. Me lo dio diciéndome que era para que yo no lo olvidara a él porque yo era difícil de olvidar.—
—Coincido con él – me atrevo a decirle y ella me ve coqueta, pero tampoco me refuta nada.
—¿Y tú? ¿Tu amiga no se enojará de que estás acá recorriendo estas calles conmigo? —
—No, no es una amiga tan importante – le aclaro .—
Llegamos a un bar y entramos para sentarnos directo en la barra. Algunas personas me reconocen y parece ser que su disfraz es más efectivo que él mío. Después de varias fotografías y autógrafos vuelvo a mi lugar, ella ya comía un pedazo de pan con jamón serrano y la pizza que habíamos pedido ya se encontraba en frente de nosotros. Tomo un pedazo y lo como con un hambre que pensé nunca conocería. Me siento feliz, Adela es la primera mujer con la que paso el día y no me aburro en absoluto, con ella podría platicar de lo que sea y aún tendría temas de sobra.
Las bebidas empiezan a fluir entre los dos y por algún motivo el tequila llega a nuestras manos y comenzamos a tomar caballitos que no son muy mi fuerte, el de ella sí. Volteamos a nuestro alrededor y vemos que el bar ya está completamente lleno y hay gente bailando alegremente. No sé si es el tequila o el simple hecho de estar con ella que le doy la mano y la invito justo en medio de la pista y empieza la canción de "Despacito" la versión de Justin Bieber y enseguida ella empieza a bailar mientras yo sigo sus pasos dejándome llevar.
Ella se da la vuelta y por instinto me pego a ella abrazándola por la espalda y bailando a su ritmo, no me importa si alguien nos ve, sólo quiero bailar con ella y volver a respirar ese perfume que me trae loco desde que la vi por primera vez – Pasito a pasito nos vamos pegando poquito a poquito – le cantó al oído y ella sonríe levemente mientras nos cuerpos están completamente pegados uno al otro.
Ambos disfrutamos la música moviéndonos despacito, tal como lo dice la canción. Mis manos quisieran ir más allá de lo permitido, pero a pesar de estar un poco ebrio sé que hay límites que no debo traspasar. Ella deja que le bese el cuello unas cuantas veces y disfruto ver como se ríe cada vez que lo hago. La canción termina y da paso a otra que nos separa y hace que ella se dé vuelta y quede frente a mí. Toma mis manos y ahora es ella quien se acerca a mi y mientras sigue bailando "Si te vas yo también me voy, si te vas yo también te doy mi amor" me canta y yo canto "Con él te duele el corazón y conmigo te duelen los pies" y le doy una vuelta provocando una risa y luego una sonrisa que no se le quita. Adela vuelve a pegar su cuerpo contra él mío y nuestras frentes se juntan un momento, quiero besarla, pero ella se aleja y baila un poco sola seduciéndome.
Parece que entre el alcohol y la alegría de la música ninguno se dio cuenta que salimos a las 4:00 am, completamente borrachos y muertos de risa por lo que acabamos de vivir. Nos subimos a un taxi rogándole a Dios que nadie nos haya visto así y por arte de magia llegamos a mi piso. Yo vengo más borracho que ella por lo que sólo recuerdo que ella me subió a mi piso y abrió la puerta. Yo entré tropezandome un poco y ella detrás de mí.
—Bienvenue mademoiselle —digo en un francés entre cortado.
Ella camina dentro del piso y comienza a observar todo —¿qué te parece? — le pregunto.
—Muy blanco para mi gusto – confiesa – pero está bien para un soltero como tú.—
En el ambiento puedo respirar la tensión que hay entre los dos, pero de ese tipo que te provoca arrancarle la ropa al otro y besarse hasta el amanecer. Me acerco y ella se recarga sobre la pared. Me atrevo a tocar su nudo de amor argelino y rozo la piel de su escote lentamente con la yema de los dedos.
—No me trajiste a tu piso sólo para que llegaras a salvo —me murmura.
Yo niego con la cabeza y con la poca fuerza que me queda recargo una de mis manos sobre la pared acercándome un poco más a ella. Su mirada está sobre mí y mis labios y los de ella están a poca distancia — Adela, he visto tus labios todo el día, esos hermoso labios rojos y no me he dejado de preguntar a qué sabrán y cuál es su textura — y ella se muere del labio inferior-.
—Estás algo tomado Gael — responde – y yo estoy comprometida, no hagámos cosas de las que podría arrepentirnos después.—
Los rozo sólo unos segundos sintiendo el sabor a tequila y ella divertida me empuja del pecho y caigo sobre el sillón de la sala — descansa, mañana tendrás una jaqueca del demonio —escucho que dice.
Mis ojos se sienten pesados y la cabeza me da vueltas por completo. Puedo ver como ella se aleja de mí y segundos después se acerca a la puerta — hasta luego Gael , gracias por el día maravilloso —y sale mientras yo caigo en un sueño profundo.
Aún conservo conmigo la servilleta donde dejó su número de teléfono dando así inicio a nuestra historia.