Capítulo 6

2365 Palabras
[Gael ]  Es raro cuando de pronto recuerdas a una persona y la empiezas a ver por todos lados. Eso me ha pasado con Adela, he empezado a verla a donde quiera que voy y a donde volteo. Hoy por la mañana por ejemplo, en el kiosco de revistas que paso para ir a la casa,  la vi frente a mí en esa portada de la revista de Woman's Health. No hice más que abrir los ojos al ver ese nuevo cuerpo espectacular que se ha formado gracias al entrenamiento constante que ha tenido, y creo que me he quedado más impactado yo que el señor que vendía la revista  —¿Bonita cierto? Es mi mujer ideal  —y besó otra revista igual que tenía entre las manos  —Estoy esperando su nueva película que sale el próximo año ¿la va a querer?  —   Yo estoy tan distraído que no contesto nada, mi esposa está más guapa que nunca y yo, yo no sabía eso ¿o sí?    —¿Qué si la va a querer?  —escucho que me vuelve a decir.   —Sí, claro que la quiero  —le aseguro pero no sé si estoy contestando al hecho de llevarme la revista o de quererla a ella.  Aún así la pago y me la llevo, no la abro hasta llegar a la casa. Ya dentro y  a solas en mi habitación hojeo el artículo y las fotos que me encuentro me hacen sonreír. Ese cuerpo marcado y bien estilizado, luciéndose en pequeña ropa deportiva o con jeans y tops han despertado aún más mi interés. No es posible que esta mujer no tenga sexo o se acueste con otras personas, en verdad no es algo que yo le crea en absoluto, aunque esa pregunta debería formularse de otra manera y debería ser para mí ¿No es posible que esta mujer no tenga sexo? Teniendo a un esposo que es completamente capaz de hacerlo.  Debo confesar que desde que empezamos las terapias algo diferente ha pasado. De pronto, el fantasma que vivía conmigo, ahora tiene forma y se pasea por la casa con esos suéteres tipo vestido que combina con las botas negras que le regalé en su cumpleaños mostrando esas sensuales piernas o a veces ese hombro que se escapa cuando el suéter es un poco grande para ella. De nuevo se despierta esa curiosidad en mí y quiero saber qué hace, dónde va, porque sonríe, así es ya noto que sonríe, y qué es lo que está leyendo.  No sé si fue el hecho de que esas fotos despertaron ciertos recuerdos en mí que ahora me provocan desnudarla completamente y hacerle el amor como antes. Todo esto que siento me está controlando y ya no sé si deba seguir luchando para evitar que no pase o dejarme ir, ya que últimamente me es imposible. Adela me gusta, siempre ha sido así, me casé con ella porque me enamoré y porque me gustó, eso nunca voy a poder negarlo.  Salgo de mi habitación con la intención de buscarla. Subo al balcón para ver si está ahí pero no tengo éxito, bajo a la planta principal y escucho que se encuentra en la cocina. Camino con cuidado hacia ella y me quedo en el marco de la puerta para observarla, mientras espera a que se caliente el agua para el té, ella lee un libro que tiene entre las manos. Su cuerpo está sensualmente recargado sobre la barra apoyando el peso en sus codos, uno de sus pies acaricia con cuidado el muslo de su otra pierna y mi vista se clava en ese simple movimiento tan sencillo pero erótico a la vez.  No hago ruido porque no quiero que ese momento de fotografía se acabe, pero parece ser que algo me delata porque ella voltea y me ve con cara de pocos amigos, baja el libro de inmediato y deja de acariciarse como lo hacía  —Gael , no tengo ganas de discutir  —me dice  —Dí lo que tengas que decir y vete .—  Sus palabras me duelen, siempre lo han hecho, pero tiene razón. Hemos pasado meses sin hablarnos y cuando lo hacemos nos decimos palabras y frases tan duras e intensas que hemos perdido la manera de comunicarnos como la gente decente, por lo que a veces decidimos no hablar. Me acerco a ella con cuidado y voltea de nuevo a leer el libro. Su perfume vuelve a pegarme justo en el recuerdo y mi voluntad flaquea.  —¿Qué quieres?  —me dice fría.   —Dela, no quiero pelear, sólo necesito hablar contigo  —le murmuro tranquilo y puedo ver que cuando estoy cerca de ella su cuerpo se tensa.   —¿Dela? Tiene años que no me dices así, has de querer un favor muy grande.—  Sigo sin decirle nada, porque en realidad no sé qué decirle, pero ya que estoy aquí necesito un pretexto para hablarle . Ella baja el libro de nuevo y vuelve a verme, esta vez estoy tan cerca de ella que su mirada entra directamente a los ojos  —¿Qué quieres? ¿Ahora cuál es el reclamo?  —insiste. Ella simplemente quiere escapar  de ahí pero yo sólo deseo que se quede por primera vez en tantos meses.   —Mi padre quiere que vayamos a Málaga a pasar las fiestas  —le comento y ella suspira. Lo que habíamos evitado exitosamente por un año se viene abajo en segundos.   —Si quieres ve tú, no te preocupes por mí  —contesta  —Diles que muchas gracias pero que, no sé, inventa un pretexto... -.   —Me dijo que quieren verte, que el verano pasado no fuimos por trabajo y que ahora desean verte. — Ella cierra el libro y lo deja en la barra. Voltea todo su cuerpo hacia a mí y con  solo sentirla así me pone nervioso  —¿Ya les dijiste que no me puedes ver ni en pintura?  —y después camina hacia la estufa para quitar la tetera del fuego y prepararse el té.   —Ellos no tienen la culpa de que nuestro matrimonio sea una mierda  —las palabras salen de mi boca y ella se queda callada.   —Qué bueno que la terapia sirve, pasamos de "matrimonio es una farsa" a "Matrimonio es una mierda" al menos ya estamos siendo honestos. — Suspiro, sabía que me daría lucha, pero nunca pensé que tanta, a Adela le cae bien mi familia y a veces por lo que veo ella se comunica con ellos sin que yo lo sepa  —No quise decir mierda, simplemente.—   —Lo pensaste  —completa mi frase  —Ella toma la tetera y comienza a servirse el agua caliente en la taza  —No puedo ir a casa de tus padres a fingir que todo está bien entre nosotros Gael , soy muy buena actriz pero tú no me pagas lo suficiente para tomar el trabajo. Puedo fingir ser otra persona pero fingir que te amo es otra cosa que no estoy dispuesta a ....Fuck!  —grita de pronto cuando al dejar la tetera parte del agua le quema la mano. Ella la suelta bruscamente sobre la estufa y esta resbala cayendo al piso.   —f**k!  —vuelve a repetir con lágrimas en los ojos mientras se aleja del piso.   —¡Estás bien!  —le digo alarmado mientras me acerco a ella de inmediato, y sin pensarlo dos veces la cargo de la cintura y la siento encima de la mesa de la cocina para que no se queme los pies  —¿Estás bien?  —vuelvo a repetir preocupado.   —Estoy bien  —dice apenas aguantando el ardor  —no pasó nada  —y comienza a mover la mano de arriba para abajo y después soplar encima de la quemadura.  Voy hacia la nevera y tomo un hielo, regreso y sin pensarlo le tomo la mano, ella en reflejo la aleja de mí  —No lo necesito gracias  —me dice enojada.   —Adela, no seas necia por favor,  necesitas ponerle algo frío encima a la quemadura  —y vuelvo a tomarla de la mano. Ella se rehúsa pero yo la sostengo fuerte.  Comienzo a pasar el hielo sobre la herida con cuidado mientras respiro su perfume y siento como ella esquiva la mirada hacia el piso  —¿Te quemaste los pies?  —le pregunto en un tono bajo.   —No  —contesta fría  —me cargaste a tiempo.— Continúo pasando el hielo por la mano y ella sin moverse, no quiere verme, ni hablarme, simplemente se queda ahí esperando  —¿Te sientes mejor?  —pregunto y ella asienta con la cabeza  —Gracias.—  Puedo ver cómo las gotas de agua comienzan a caer sobre sus piernas y a deslizarse para después caer al suelo, continúo mi labor cuando inesperadamente ella sube la mirada y nuestros rostros quedan tan cerca que podemos sentir la respiración del otro. No puedo evitar ver sus hermosos labios rojos y desearlos con locura, ella los muerde y eso me provoca más. Dejo de pasar el hielo sobre la quemadura, mientras veo cómo su respiración empieza a agitarse, en sus ojos todavía está presente todo el amor que me juraba y yo, yo le creo  —¿Por qué paras?  —me susurra y entonces me acerco a ella y rozo ligeramente sus labios que despiertan todo en mí.   —Adela  —le murmuro de la forma que un amante le murmura a la mujer que está apunto de fundirse con él en un beso. Vuelvo a rozar sus labios con los míos y ella no responde pero tampoco me evita, lo intento una tercera vez, pero en lugar de ser un beso ligero me pego a ellos de inmediato provocando una reacción increíble entre los dos. Tiro el hielo al suelo y tomo su rostro con ambas manos y me fundo en este beso tan deseado desde meses atrás aunque yo no quisiera admitirlo.  Volver a sentir sus labios aterciopelados besar los míos remueve todo tipo de sensaciones en mí, me siento despierto, vivo, el corazón vuelve a latir acelerado y mi cuerpo despierta de inmediato. Ella abre sigilosamente sus piernas y yo pego mi cuerpo todo lo que puedo, acomodando una de mis manos sobre su muslo y comenzado a acariciarlo con toda la lujuria que esas fotos han despertado en mí.  Ella desliza sus manos por debajo de mi playera, y al sentir de nuevo el contacto de sus manos con mi piel, la eriza de maneras que sólo puedo sentir con ella. Adela me conoce bien, sabe dónde tocarme, como besarme y qué decirme para hacerme sentir que soy único. El beso se pone cada vez más intenso y mi cuerpo quiere más, quiere llegar hasta donde ella me permita, y así con ese beso puedo sentir que nuestros cuerpos pueden volver a compartir un mismo espacio sin estar peleando constantemente.   —Adela  —le susurro mientras mi playera sale volando a algún lugar de la cocina y yo cuidadosamente jalo sus piernas hacia mi cadera acomodándola justo en el lugar que quiero  —Dime que me amas  —le ruego. Ella sigue besándome pero no me dice nada  —Dímelo, te lo pido —ella se separa de mí y me ve a los ojos  —Te amo  —me dice con esa voz tan sensual que tiene. Vuelve a besarme y yo vuelvo a darle la bienvenida a sus caricias  —Te amo Gael , desde la primera vez que te vi, te amo  —se deja llevar y de pronto vuelvo a sentir dentro de mí ese rechazo que aún no puedo superar. Me alejo bruscamente de ella.   —¡Mierda!  —grito mientras doy un golpe en la mesa haciéndola saltar  —Ella lleva las manos hacia su rostro y lo cubre de inmediato. La frustración es evidente entre los dos. La observo, veo como su pecho pasa de estar agitado por nuestros besos a simplemente moverse discretamente por el llanto. Respiro y me acerco a ella de nuevo, me duele verla así, me duele haberle provocado tantas cosas en un segundo y después rechazarla.   —Adela —le murmuro mientras me acerco a ella.   —No me toques Gael   —me dice de nuevo en ese tono frío que ahora me hiere más. Adela se baja de la mesa y sale de la cocina caminando con rapidez, sin embargo, por primera vez en meses la sigo. Tomo mi playera del piso y salgo, no quiero pelear con ella, quiero pedirle perdón, hacerla sentir mejor ¡Por Dios quiero estar bien con ella!  —Adela  —digo su nombre mientras camino escaleras arriba  —¡Adela!  —le vuelvo a decir.   —¡Qué quieres! ¿Burlarte de esto? ¿No te fue suficiente saber que no he tenido sexo en un año para provocarme y luego rechazarme? ¡Crees que humillarme todos los días no es suficiente! —  —Adela no.. —. Ella trata de cerrar la puerta y yo meto la mano en la puerta para evitarlo y logro detenerla, entro a su cuarto y la tomo de nuevo de la cintura  —Suéltame  —dice enojada.   —Nunca  —contesto de inmediato y vuelvo a besarla. Esta vez soy yo quien quiere besarla de verdad, no sólo porque una foto ha despertado ese deseo en mí,  sino el sincero beso de un hombre que la ha extrañado y que siente todo esto dentro de él.  El enojo comienza a bajarse entre besos, entre caricias que nos llevan directamente sobre la cama. El volver a sentirla cerca de mi, con nuestros cuerpos deseándose como locos, mis manos recorriendo su cuerpo, tocando sus pechos, sus piernas y provocando que su piel responda de manera inmediata a las yemas de mis dedos, a roce de mis labios con los suyos, sin embargo, no vamos más allá, el orgullo, el miedo, el ambiente al que hemos estado sometidos, qué se yo, no nos lo permite y ambos le ponemos freno. Terminamos el beso y en el último suspiro le robo la última palabra hiriente que posiblemente me podría decir.  Me levanto de la cama y me alejo de ella, me ve con esos grandes ojos brillantes y cautivadores, me gusta, le gusto y  hemos redescubierto después de meses que la chispa sigue ahí, apagada por las palabras sin decir y los rencores que ambos tenemos. Sobran las palabras, pero esta vez no por no saber qué decir, sino porque ya se ha dicho todo.   —Nos vamos a Málaga el próximo  fin de semana  —le digo tratando de llenar ese silencio que por ahora hay entre nosotros, después salgo de su habitación y cierro la puerta, camino hacia el mío y me recargo sobre la puerta.  ¿Acaso es una sonrisa lo que traigo en los labios?, así es, la primera en meses y con el pecho lleno de sensaciones que no quiero controlar me quedo viendo a la nada, tratando de disfrutarlas lo más que pueda. 
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