Sara
Estaba loca, pero sin dudas tenía una energía contagiosa.
Quería escribirle a Javier pero me daba un poco de vergüenza. A decir verdad, Pablo era el único chico con el que había salido y no tenía idea de qué era lo que pretendía este chico que parecía tan dulce y tierno, que ni siquiera me había planteado vernos como algo concreto como sí habían hecho los demás con los que había hablado por la misma aplicación.
Así que intenté encontrar algo mejor que hacer en cada momento en que pensé en tomar el móvil para avisarle que ya estábamos en el hotel. Llegué a abrir su ventana de chat, e incluso a veces comenzaba a escribir alguna frase que borraba de inmediato. Por suerte, nunca llegué a verlo en línea, por lo que estuve segura de que él tampoco me vio a mi escribiendo y borrando cada
