Cuando nos despertamos ya era casi medio día y decidimos almorzar en uno de los restaurantes temáticos del hotel… ¡Además ambas teníamos antojo de pasta así que elegimos el italiano! Enseguida pude notar que Sara estaba fingiendo que no pasaba nada… conocía esa actitud. Estaba furiosa y ni siquiera quería hablar del tema Javier, así que traté de hablar de otras cosas y, sobre todo, de plantearle el plan que tenía para esa tarde, que no era otro que un paseo a una de las tantas exóticas islas del archipiélago que había seleccionado en mi súper lista, para lo cual deberíamos alquilar un barco apenas termináramos de comer. Doy fe que tanto esa tarde como los días siguientes, mi amiga se esforzó muchísimo por fingir que nada pasaba por su cabeza. Pero yo sabía que no le había gustado nada lo

