Andrés La situación con su madre era por demás incómoda pero yo estaba dispuesto a soportarla. Al fin y al cabo, hacía más de una década que la amaba en silencio y seguía con vida, así que poniéndole un poco de humor al asunto, estaba seguro de que nos la íbamos a pasar mejor. Además, tanto su padre y su esposa como los abuelos de Sara me trataban como un hijo o nieto más, por lo que a pesar de la cara de perro de Doña Luisa, me lo estaba pasando de maravilla. Era consciente de que había un par de verdades que podían cambiar su pensamiento sobre mí. Pero no puedo negar que por un lado me gustaba ser tratado como un ciudadano común, que lo era, y por el otro, en cierto punto disfrutaba que me pusiera las cosas difíciles, pues cuanto más negada estuviera ella conmigo, más le iba a gustar

