NATHANIEL —¿Y si nos quedamos aquí hasta que cumpla dieciocho? Total, mis padres no pueden enfadarse más. Su voz consiguió sonar más fuerte que el agua de la ducha cayendo y que el sonido de los coches pasando de refilón por el hostal. Había algo especial en pasar las noches allí aunque fuera un sitio de mala muerte, y aunque tuviera que llevarla a casa antes de que se hiciera de día para fingir que no se había escapado. Por unas horas podíamos ser simplemente nosotros, conviviendo a solas anticipando lo que vendría dentro de poco. En cuanto Faith cumpliera los dieciocho nos largaríamos. Yo ya había cumplido los dieciocho, y aunque la libertad que venía con la mayoría de edad era emocionante, también me hacía sentir impotente porque sabía que hasta que Faith no alcanzara esa misma edad,