capítulo 10

3617 Palabras
En uno de esos tantos días transcurridos el ruido de alguien en la habitación la despertó por la mañana. Sin ningún esmero que de que su día fuera a cambiar y con esa sensación de vacío y tristeza que se aferraban con fuerza en ella, no hizo nada por mover su posición, estaba cansada de buscar una salida cuándo solo conseguía más problemas, ¿Cuántas veces lo ha intentado? Ya perdió la cuenta, no ha servido de nada, en cada uno ha fallado sin siquiera estar a punto de lograrlo o llegar a la mitad de su plan, todo le resulta fallido. Por eso en esta ocasión no movía un ni un músculo, ni siquiera intento pronunciar una palabra, solo evitó la mirada de aquella mujer que dejaba la charola con alimentos, parecía preocupada, pero que más daba, ya le había dejado en claro que no recibiría ayuda de su parte. Además que su cuerpo ya no tenía fuerzas para suplicar ayuda. Cuándo la empleada salió de ahí, ella no se molestó en lo mínimo para ver la comida, no pensaba ni tenía apetito de comer ni un solo bocado, inclusive las lágrimas, a pesar de las ganas inmensas que tenía de llorar ya no salían, solo estaba cansada, solo quería seguir durmiendo. Pero la puerta fue abierta por segunda ocasión y eso no lo esperaba, al menos no tan pronto, siempre le daban una hora antes de que la mujer regresará por los platos, así que de inmediato su cuerpo y toda ella se tensó, no podía evitarlo, el miedo era latente, siempre, en todo momento de que pudieran hacerle algo peor que solo drogarla y eso solo lo habían hecho una vez. Paralizada por el miedo aferró la cobija en su pecho sin poder disimular el temblor de sus manos. —Tranquila no te haré daño, pero si quieres salir de aquí necesitas comer. —era cierto que le preocupaba que llevaba días sin comer, podía enfermar. Escuchó la voz de Dmitry la voz de aquél serio hombre que la vigilaba cauto día y noche, al punto de volverle incómoda su presencia aunque siempre estaba del otro lado de la puerta, pero con el simple hecho de saber que estaba ahí era agobiante. No obstante en esta ocasión no podía discernir del todo sus palabras, quizás podría ser una mala jugada en su cabeza y escucho mal. Que fueron esas palabras... ¿Un rayo de luz en su obscuridad?. Para ella fué una esperanza y no pudo evitar sentir emoción, al parecer alguien se estaba compadeciendo de ella. Esa misma inquietante emoción la impulsó a sentarse de golpe para mirar al hombre y comprobar que no había sido una alucinación de ella. —¿En verdad me dejarán ir?. —inquirió con recelo sin quitar sus ojos de aquél hombre que le seguía causando miedo y desconfianza. Él sonrió de lado, en realidad fue un intento de sonrisa, ya que en un hombre como él todo se ve macabro. Sería un pecado decir que es un buen hombre pero de alguna manera Elizabeth había ablandado un poco su corazón desde el primer día que la vio, no estaba de acuerdo de la manera en la que su jefe estaba llevando la situación pero al menos estaba seguro que no le haría daño y que pronto dejaría su obstinación por reconocer lo obvio. —De hecho me refería a dar pequeño un paseo a los alrededores. —confesó apenado. Pero tenía la intuición de que si la motivaba de esa manera iba a lograr que comiera. Pero solo consigo qué la desilusión regresara dentro de ella al igual que la desconfianza, pero no tenía de otra sentía la necesidad urgente de salir de ésas cuatro paredes y a pesar de lo malo que se veía aquél hombre no parecía que le fuese hacer daño, incluso pensó que quizás si se ganaba su confianza él podría ayudar a salir de ese lugar. No era la clase de amigos que en algún momento pensó tener pero al no ver otra salida que más le daba. Asintió con la cabeza. —Vendré por ti en dos horas. —respondió a su gesto. No intercambiaron más palabras y él salió de la habitación. Observó el desayuno, yogurt con cereal, pan con mantequilla, omelette, café y jugo de naranja. Parecía estar rico, pero no tenía hambre, sin embargo tenía que comer si quería tomar aire fresco así que solo tomó el yogurt y luego el café, pero no podía con más, las náuseas le llegaban con cada bocado. Hizo la comida a un lado y se fué al baño para asearse. Quitó la ropa, sintiéndose más ligera al quedar desnuda, estaba cansada pese que se la pasaba en la cama. No tenía un espejo en cuál observarse pero pudo darse cuenta que había bajado unos cuantos kilos, ella era de complexión media pero en éstos días la ropa ya le comenzaba a quedar floja, quizás ahora sí tendría que usar algo de lo que le habían dejado y no había querido usar debido a su orgullo. Mientras dejaba caer el agua sobre su cuerpo tocó sus costillas y vientre comprobando lo anterior, "si la viera Erick quizás ahora sí dejaría de llamarla gorda" fue lo que pensó en un amargó recuerdo de ése hombre que jamás se rindió por hacerle la vida imposible así como también quiso pisotear su autoestima cada vez que veía la oportunidad, pero de inmediato se odió así misma por seguir recordando a esa basura de hombre y lo alejó de inmediato de sus pensamientos absurdos y se apresuró a terminar, se sentía como una niña pequeña por querer salir a ver la luz del sol. Tiempo más tarde tal y cómo se lo había prometido fue Dmitry por ella y a pesar de que no había terminado con su desayuno la miró no del todo convincente pero dispuesto a cumplir con su palabra no podía resistirse a ese encantador y dulce rostro que tenía frente a él, su inocencia al igual que ese destello de luz en su mirada, podía más que su instinto de criminal, solo esperaba que ella provocará lo mismo en Sennikov ya que después de este acontecimiento probablemente quisiera matarlo, puesto que no tenía su autorización. Por eso no estaba de más unas cuantas advertencias de su parte. —No hagas algo estúpido ya qué.. —No tengo planeado escapar, sé que me encontrarían fácilmente aunque lo intente. —lo miró de soslayo con una voz abatida cuando recordó a todos esos hombres haya afuera vigilando. Agachó la cabeza y puso en ella el abrigo que le daba. Aún así, él no le quitaría los ojos de encima sabe que es una mujer inteligente y valiente ya que ha intentado defenderse sin darse por vencida. —Si te comportas pronto tendrás todos los privilegios que tú quieras. —¿A qué te refieres? —cuestiono con desconfianza. —Yo me entiendo. No cuestionó más, no quiso saber lo que había de tras de sus palabras, puede que no le gustarán las respuestas y con un ataque de pánico y ansiedad estropearía lo ganado el día de hoy. Al salir primero se sorprendió que no hubiera hombres merodeando al rededor pero igual podría ser una trampa (si hubiera volteado al techo hubiera visto los dos francotiradores que siempre vigilan la casa.) después cerro los ojos y dejó que el viento golpeará su rostro a pesar de ser un aire frío y húmedo que no era del todo agradable, inhaló profundo un par de veces, luego abrió los ojos para recorrer el paisaje de aquél lugar con los ojos, la neblina y el cielo gris opacaban la belleza del lugar pero aún así le pareció hermoso, no había otra vivienda que se pudiera ver, ni siquiera a lo lejos, el sendero de jardín inmenso parecía no tener fin rodeado de grandes árboles con ramas secas por el otoño, al final no le molestaba el clima, en realidad se sentía igual al invierno en Atlanta aún cuando allá todavía no fuera invierno y le hiciera extrañar los días calurosos. Luego de un tiempo sentada en una banca de madera pensando en qué será de su destino, con una fingida tranquilidad y sintiendo en todo momento la mirada de aquél hombre que no dejaba de causarle escalofrío de pronto comenzó a sentir unas ligeras gotas de agua caer del cielo una tras otra cada vez más seguido presagiando una fuerte lluvia. —Es mejor que entremos —escucho esa voz áspera detrás de ella. —Unos minutos más. —quería convencerlo. —No quiero volver a mi encierro no entiendes lo que se siente estar ahí. Dmitry rodeo la banca y la miró por un momento a los ojos conmovido con su ternura pero ella desvió la mirada a un punto muerto en el suelo, era tan fácil percibir el miedo que le tenía. —Puedo entender más de lo que tú crees. —le extendió la mano. —Vamos a la cocina por un café caliente o un té. Lo miro dudando y en un titubeo se levantó de la banca sin aceptar su mano. —¿Quieres azúcar? Se quedó en silencio unos segundos antes de contestar, esto ya se volviendo bastante perturbador, ¿Que clase de secuestrador era esté hombre que no hacia más que hacerla sentir cómoda?, la trataba igual que a un pavo en engorda para el día de acción de gracias. ¿Que planes tenía para ella?, esperaba que no los mismos que el pobre pavo. Sin embargo quería salir de la duda, pero la atormentaba más las consecuencias de su indiscreción si hacía enfadar al hombre y la volvía encerrar, por supuesto que eso era lo último que quería, pero ya no podía más con está incertidumbre. Sonrió tímida asintiendo ligero con la cabeza, para después atreverse a preguntar. —¿Porqué lo haces? Él rrimó la tasa de té hacía ella mirando con el entrecejo fruncido sin entender su pregunta o fingiendo no saber que trayecto llevaba. —¿Qué? —Esto, ser amable conmigo. No tienes cara de ser amable con las personas. —tapo la boca por su atrevimiento. Se arrepintió enseguida pidiendo una disculpa —Lo siento no quise decir eso, no eres tan feo. —en lugar de mejorarlo sentía que lo empeoraba, más aún por que tenía el aspecto de ser un hombre adusto en toda la extensión de la palabra, eso la hizo sentir más incómoda y para entonces el calor en su rostro, ya estaba poniendo color rojo sus mejillas y nariz exponiendo su vergüenza vale decir que por primera vez sintió alivio que la cocinera a sus espaldas no entendiera sus palabras. —Ty ostavish' nas v pokoye (Nos dejas solos). —argumentó serio a la empleada cuándo percató la mirada de Elizabeth sobre la mujer. Tragó grueso no sabía del todo si lo había hecho enojar, pero tomo el valor de no demostrar ese miedo que la azotaba. —Cumplo con mi trabajo de cuidarte. —le dijo una vez que se habían quedado a solas, dado el primer sorbo a su café amargo y sin azúcar. Sonríe sin sentir felicidad, en otras palabras, incómoda, en realidad le molestó el que haya dicho que la cuida. ¿Acaso es ciego y no se ha dado cuenta que la tienen en contra de su voluntad?. —Cumples órdenes del mismo sujeto que me mandó drogar para tenerme quieta y que me tiene raptada. No suena lógico. —recordó a Yuri que parecía tener mayor autoridad que cualquiera en la habitación ese día, desde luego no lo ha vuelto a ver, pero el día que se atreva a darle la cara tiene pensado a destruírsela a cachetadas total no pierde nada al hacerlo. Probablemente ahora lo odiaba sin conocerlo y por supuesto descartaba el interés de hacerlo. —Yuri puede que no sea del todo cortés con las mujeres, le falta tacto. —al escucharlo decir su nombre lo guardo en su cerebro y siguió escuchando. —Pero eso no quiere decir que no se preocupe por ti, dale tiempo solo eso. Dónde había escuchado eso, en una pesadilla quizás. No le importaba saber que clase de interés tenía sobre ella, no podría ser nada bueno después del trato que le han dado. —¿Puedo preguntarte algo?. Ahora aunque ese hombre no le pareciera del todo confiable había despertado la curiosidad en ella y tenía muchas preguntas en su cabeza y no tardó en comenzar a querer deshilachar una a una. —Lo estás haciendo aunque no puedo asegurar que pueda responder a todo, pero dime. —¿Él fue quién mató a Erick?. Asintió. —¿Porque lo hizo?. —No puedo responder. —¿Quién es tu jefe?, me refiero a que hace. —formula su pregunta. Toma con ambas manos la tasa de del té esperando ansiosa la respuesta, mientras bebe sin poder quitar la vista en la cicatriz más prominente que tiene el hombre en su rostro. Dmitry se dió unos segundos para responder, lo que menos quiere es infundir más miedo en ella diciendo que es un desalmado asesino, traficante y el cuál encabeza una de las más importantes mafias. —Hace negocios internacionales. Es un hombre que nunca descansa. —trato de dejarlo con la mejor impresión, hablar con la verdad ya le tocaría a él si realmente quiere hacerlo. Le creyó, no obstante ella seguía intrigada por la sensación de personalidad fría y cruel que le había proyectado aquel día, debió haberle sucedido cosas muy malas para tener tanta amargura dentro de él, lo pensó. Hasta llegó ha sentir empatía por él, pero de inmediato sacudió ligero la cabeza, él no tuvo corazón para privarla de su libertad. Extrañamente se comenzaba a sentir cómoda hablando con Dmitry, entendiendo que lo único que puede hacer es ser fuerte, tener de su lado a este hombre y dejar de lamentarse por todo. Ese sería el comienzo para poder salir, ese era su anheló, pero primero paciencia. —Puedo hacer una última pregunta. Le hizo una reverencia con la cabeza que le confirmaba el continuar con lo que quería saber, cruzó los brazos a la altura de su fornido pecho y esperó. —¿Tienes familia?. El peso de su pregunta calo dónde en una fibra muy sensible para él, la tensión del tema se acumuló en sus hombros de una manera incómoda. Y ella sintió la tensión en él. —No tienes que responder, disculpa mi indiscreción. —rehúyo de sus ojos encajando su vista en el té humeante entré sus manos. Enseguida el móvil de Dmitry comienza a sonar, lo contestó de inmediato, solo escuchaba sin decir nada y posterior a eso dejó el teléfono en la mesa seguido de un cansado respiro. Uno de los hombres le ha hecho saber que Yuri está de regreso, hoy más temprano de lo normal. —Tendrás que regresar a tu habitación, pediré que te lleven la comida. Elizabeth no hizo más preguntas, sin embargo él tuvo la necesidad de darle unas palabras tranquilizantes. —Te prometo qué esto cambiará, y podrás elegir lo que realmente quieres hacer. —ella observó expectante el obscuro de sus ojos que no podían causarle más que escalofrío, pero sus palabras realmente expresaban todo lo contrario de su apariencia, quizás sí debería confiar en él y no debería dejarse llevar por el físico. Su cabello era un desastre había intentado agarrarlo en una coleta pero aún así se veía desarreglado, traía una resaca espantosa o ¿Aún estaba ebrio? Apuesto más por la segunda opción. Pero incluso en su estado actual, ella no abandonaba sus pensamientos, ¡¿porque maldita sea?! si solo era una mujer cualquiera. Lo que ignoraba por supuesto es que estaba siendo atrapado por la atracción y el destino que son caprichosos y aferrados, la mayoría de las veces eligen por nosotros y no somos más que unos títeres presos de la casualidad mandando en nuestro corazón. —¿Que quieres?, Acaso tu deber no es estar cuidando de esa mujer. —se quitó la camisa y dejó caer su exhausto cuerpo en el sillón de su oficina. —No estoy de humor, si hay algún problema dile a Bogdanov que se haga cargo. Demandó cuándo escuchó cerrar la puerta mientras hacía girar el sillón para coger una botella de las tantas que había a sus espaldas. Entonces su guarura y en momentos cómo éstos su mejor amigo lo quiso hacer entrar en razón cuándo quizás le costará la vida. —Me tienes consternado con tú irresponsable e infantil comportamiento, piensas seguir así, ¿Hasta cuándo?. —consigue su atención y continúa hablando no muy convencido de hacerlo. —Yuri, yo te respeto y admiro. Pero este castigo que estás impartiendo para ambos no es justo, mucho menos para ella, si no puedes aceptar tús sentimientos, déjala ir. —Eso nunca. —interrumpió cortante. Sin embargo Dmitry no sabía a cuál de las dos opciones se refería. Yuri hacía mención a ambas. Dmitry estaba dispuesto hacer que Yuri tocará fondo de una vez por todas y tomará el na decisión respecto a que hacer. —Cualquiera con dos ojos en la cara puede darse cuenta lo mucho que eres atraído por Elizabeth, por eso me pediste que cuidará de ella, si no importará le hubieras pedido a cualquier otro que lo hiciera. Acaba con esto solo tú puedes hacerlo, tener a alguien que te importe, no te hace menos hombre. —Y tú qué sabes, a caso pedí tú opinión o consejos . Si mal no recuerdo te pedí que te mantuvieras al margen. Ahora lárgate. —arrojo la botella muy cerca de él pero eso no impidió que continuará. —Llevas días emborrachándote de la nada, saliendo con una mujer y otra, crees que esa es la mejor solución a tus problemas. Ella es inocente de todo no puedes... —Lo sé carajo. —lo detuvo resignado pero sin demostrar un rastro de debilidad, estaba más que seguro de que no le haría daño primero se daba un tiro en la cabeza antes de hacerlo, pero por eso mismo, a pesar del deseo que despertaba esa mujer en él no quería meterla en la misma mierda en la que él estaba hundido. —Déjame solo, necesito pensar. —No tardes mucho en pensarlo puede que cuando tengas una respuesta sea demasiado tarde, ponte en el lugar de ella y tú también terminarías odiando a tu raptor. No puedes tenerla toda la vida encerrada. —sonó hostil. —Que te largues dije. —Alzo la voz imponente. Sus gritos coléricos no le importaron, salió satisfecho con lo que había logrado, su jefe no era una persona fácil de manipular pero aquí no era necesario hacerlo y lo sabía, estaba seguro que su comportamiento se debía a su indecisión de que hacer así que él solo le dió el empujoncito que necesitaba, en verdad lo estimaba pero también a esa pequeña jovencita que no supo en que momento se ganó su empatía, incluso a pensado en muchas ocasiones que a Yuri no le vendría nada mal un poco de cariño. Al cerrarse la puerta, con el puño le dió un golpe a la pared rompiendo sus nudillos, pero no sintió dolor quizás por la adrenalina que le brindaba el alcohol en su sistema. Posteriormente tiro todas las botellas al piso al pasar la mano en la mesa donde estás se encontraban sacando la rabia acumulada sabía que aquél hombre que acababa de salir tenía la razón en todo. Pero no tenía ni puta idea de cómo acercarse a una mujer como ella después de la primera impresión que dió y eso le seguía causando culpa. Pasó el resto del día encerrado, ebrio, falto de razón en un deje de emociones ávidas, furioso con él y con la vida que le ha tocado vivir, pero quizás el mañana será diferente, no lo sabe nadie. Al caer la noche antes de irse al club, un regaderazo después de dormir un poco lo habían hecho recuperar la sobriedad y no aguantó más la necesidad de verla, todos éstos días habían sido un verdadero infierno tenerla tan cerca sin poder acercarse. La lámpara sobre la cajonera a un lado de la cama estaba encendida, facilitando la visión, observó por encima de las sábanas su pesada respiración corroborando su profundo sueño, desde una distancia prudente se detuvo y contempló su rostro le parecía una muñeca mientras dormía, no quería despertarla, le bastaba con verla, saber que estaba ahí, calmando lo que sentía y no podía controlar pese a que él lo controlaba todo. —Quizás no te consideres la mujer más afortunada luego de que un loco como yo haya puesto sus ojos en ti. —musitó a lo bajo para después salir de ahí a pesar de no querer hacerlo si por él fuera la contemplaría dormir toda la noche. A ella esas palabras la dejaron helada, su respiración se volvió tan irregular que le costaba meter el suficiente aire a los pulmones. Hacía rato se había quedado dormida pero siempre está a la expectativa de su alrededor así que con el más mínimo ruido se llega a despertar y fué lo que pasó cuándo escuchó el abrir de la puerta, pero optó por quedarse quieta y disimular que seguía dormida, claro que después de esto pasaría la noche en vela con el miedo de que regrese y le haga daño, no sabe exactamente a qué se refería con lo de loco.
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