capítulo 11

4252 Palabras
—Berlusconi y su gente han tomado ventaja de la muerte de Gavrel. Se adueñaron de dos plazas que tenía en España. —intenta explicar Dmitry las malas noticias a Sennicov, pero éste está distraído observando los monitores de las cámaras de seguridad del jardín de su casa. A decir verdad nunca antes se había tomado el tiempo de hacerlo. —¡Carajo sal de ahí!. —Yuri vociferó de mala gana por el pésimo enfoque que proporcionan las cámaras en aquél laberinto de arbustos. No lo había pensado pero quizás es por ello que a Elizabeth le gusta pasar la mayoría del tiempo en ése lugar, en lo que va de la semana desde que se le permitió salir, tan pronto termina el desayuno va y se refugia entre los arbustos o al menos ahí no siente que la observan todo el tiempo y no es que se esté volviendo paranoica, en realidad está siendo observada. Ya que por supuesto ese es el nuevo pasatiempo de Yuri, sin dejar de mencionar que su estancia favorita es el cuarto de seguridad, dónde ahora está conociendo su nueva faceta de acosador. —Necesito cámaras de alta definición en cada rincón de ese maldito yerbero. —luego de recargar la espalda en el respaldo de la silla cruza los brazos detrás de la cabeza. Mira a Dmitry. —¿Quien carajos autorizó poner esa mierda espantosa en el jardín?. —Tu le diste permiso a la señorita Ivanna de contratar un decorador de exteriores. —Debí haberme drogado ese día. —se mofa pensando momentáneamente en la libertad que le ha dado a ésa mujer desde el día que la conoció, quizás por eso se toma atribuciones que no le corresponden como la planeación de la fiesta de cumpleaños que de cierta manera le parece ridículo, ya que nunca festeja su cumpleaños. Ha pensado en hablar con ella aunque hacerlo implique soportar una más de sus escenas dramáticamente fatalistas que le dejan dolores de cabeza por días. A continuación se levanta dejando a Dmitry con una expresión perpleja debido qué le ha mostrado más interés al jardín que al problema en cuestión. Por supuesto lo siguió para tratar de darle seguimiento al tema. —Sennikov... —Sí, sí, te escuché haya adentro "D". —se detiene dando una vuelta en sus propios talones para quedar frente a él. —Sabes perfectamente que esos negocios que traía Gavrel no son parte de la Bratva y a mi en lo personal me importaba una mierda los puteros que manejaba. Para ser honesto sabía que esto pasaría, ese maldito italiano es una sanguijuela que le encanta aprovecharse. Solo hagan estallar en mil pedazos los establecimientos y listo, si no son de nosotros, no serán de ellos. El hijo de puta de Berlusconi no tiene ni idea que los negocios de Gavrel eran independientes a la organización, y ése es un punto a mi favor que me permitirá jugar un par de cartas, acaba de cruzar la línea al no respetar el juramento y pasarse de listo, ten por seguro que me las voy a cobrar. —al instante le pasa por su cabeza la plaza de los Ángeles en Estados Unidos, dónde el italiano mueve grandes cantidades de cocaína. Hiba regresar su andar cuándo las siguientes palabras de Dmitry lo detienen. —La muerte de once de nuestros hombres, no es para menos ellos sí pertenecían a la Bratva al final de cuentas eran tú responsabilidad. ¿Que va a pasar con ello? —Como es que sabes esas cifras. —frunció el ceño mientras que los músculos de los hombros se tornaron más tensos. —Dejaron un sobreviviente para..., ya sabes cómo son esos cabrones, siempre dejan a uno con vida como firma y asegurar que nadie les robe el protagonismo. El hombre llamó en cuanto recobró conciencia, esperaba encontrarte en el bar. Cuándo se comunicaron conmigo les dije que esperarán indicaciones, ya que según dijo todos descansaban dentro del club en Cataluña dónde él estaba cuándo los emboscaron, eso fue a media tarde hora de España, la mayoría todavía dormía, después, durante la tortura ellos le digieron lo que había pasado con el otro club en Santander. El distraerse o bajar la guardia por un segundo puede costear tu vida en el mundo de la mafia, un error que se considera un lujo del cuál no se puede disponer y ellos se confiaron demasiado, aún así Sennicov no está dispuesto pasarlo desapercibido. En el juramento para pertenecer a la Bratva, no importando el nivel o cargo que se te ha asignado, la familia, la hermandad está sobre todo, y no va a permitir que un maldito italiano haga lo que quiera con su gente. —¡Que esperas para actuar carajo!, tan difícil es deshacerse de ésos bastardos, no quiero un número menor y sus cabezas déjenlas cómo regalo en cada uno de los restaurantes y hoteles de Italia, claro, los que son propiedad de ese hijo de puta y asegúrate que de los clubs no quede ni cenizas de ellos. —hace una pausa. —Pero tu solo encárgate de organizar y dar indicaciones desde aquí, te quiero con ella cómo hasta ahora ¿Entendido?. —mira hacía afuera. —Hoy llévala a comprar ropa, zapatos, maquillaje, que sé yo, cosas de mujeres, lo que quiera, pero que salga de ése maldito jardín. Dmtry le confirma y Sennikov continúa su camino, pero antes de cruzar el umbral se detiene con una idea mejor en mente. —Toma el fin de semana así podrás poner toda tu atención en el asunto de España. Dos días son suficientes para lo que tengas que hacer ¿No?. —¿Que pasará con ella?. La volverás a encerrar, porque sí es así yo puedo... Lo dejó hablando solo, no repetirá una orden, mucho menos se daría el tiempo de dar una explicación de sus decisiones. Aquél hombre lo sabe, aunque le preocupa un tanto sus intenciones y solo regresa al cuarto de seguridad para seguir observando lo que Yuri va hacer ahora. Mientras ella camina por aquél sendero se detiene de vez en cuándo para admirar los retoños de flores que dan los arbustos, al mismo tiempo que se deja envolver por el canto de las aves. Hoy en particular es un día con un agradable clima, el viento se siente fresco pero el cielo está despejado, desde que llegó a este lugar es la primera vez que puede presenciar un día así de tranquilo en todos los sentidos, al día de hoy la monotonía y el aburrimiento ya han desplazado el miedo no obstante cabe reconocer que la presencia de Dmitry la distrae bastante, sus historias sobre las misiones que le asignaba el gobierno en sus tiempos de servicio, que si bien no ha sido del todo lindo escuchar la descripción de escenarios devastadores con olor a muerte, sus relatos ayudan a mantener su imaginación ocupada. Ya ha dejado de temerle casi en su totalidad, Incluso en ocasiones le parece tan paternal que se llega a sentir culpable por querer ganar su confianza solo para lograr escapar. De pronto una presencia a sus espaldas la ponen en alerta y gira un poco esperando que sea Dmitry, no obstante la figura imponente y atractiva de aquél hombre que se encontraba a solo unos centímetros de ella la tomó sorpresa haciéndola sentir extraña, incómoda, sin saber como actuar, así que por unos segundos esquivó esos intensos ojos verdes de mirada intensa, dejando que el desasosiego se comenzará dominar dentro de ella. Mientras tanto él trataba de encontrar una explicación a la tranquilidad que le proporcionaba el tenerla cerca, era como amansar todos sus demonios dentro de él, ahora no eran más que unos simples cachorros a la merced y voluntad de ella, pero claro que jamás demostraría tal debilidad, no estaba en sus planes dejar ser el hombre que es. Elizabeth, en cuanto recobró la cordura y todo el rencor acumulado que tenía reservado para él, levantó el rostro sosteniendo una mirada un tanto soberbia y retadora, en esta ocasión no dejaría que nadie volviera a pisotear su autoestima o que decidiera por ella, si quería ser libre tendría que luchar por ello aunque le costará la vida, jamás se volverá a doblegar. Por lo tanto una vez más se recordó así misma que ya no tenía nada que perder. Sin embargo aunque quisiera asustarlo no lo estaba logrando para Yuri no era más que un intento de esconder lo mucho que alteraba su estabilidad, él era más que bueno en leer los movimientos y gestos de las personas jamás fallaba. Sin dejarla hacer sentir cómo un conejito en plena casería se acercó a ella hasta quedar a nada de separación uno del otro impactando con su formidable cuerpo, presencia y estatura. Elizabeth no era muy bajita 1.65, pero Sennikov todavía le pasaba por mucho sin embargo eso no le impidió dejarlo atónito con lo siguiente. En esta ocasión ella no se inmutó pero continúo sin moverse esperando que él hiciera o dijese algo. Claro que todavía tenía miedo ese no desaparece con solo decirlo, de hecho las piernas las sentía gelatina y solo quería salir corriendo de ese lugar, porque a pesar de lo atractivo que le pareció no dejaba de asustarle su sombría actitud, pero de pronto se dió cuenta que lo tenía dónde quería y no perdió la oportunidad de darle una enérgica sonora bofetada dejando marcados sus dedos en ese pálido rostro. —Eso fué por drogarme hace unos días. —le dió otra en la otra mejilla con menos fuerza que la anterior. —Esta es por creer que puedes tomar la libertad de las personas cuándo te plazca. El ardor en sus mejillas lo enojó pero no del todo, ya que en el fondo sentía que lo merecía y le quitaba un poco de culpa por lo que le ha hecho pasar, sin embargo a pesar de ello no permitiría una tercera cachetada y convertirse en su saco de box personal. Le tomó de la muñeca cuándo lo iba hacer de nuevo. —La próxima vez que te atrevas a ponerme una mano encima... —la voz de Yuri intentaba ser suave, sin embargo el tono grave que utilizó lo hizo parecer hostil. —¿Que?. —lo reta. —Me vas a golpear, me vas a volver a drogar, me encerrarás en aquel cuarto o quizás me llevarás a un calabozo obscuro y privaras de alimentos por días. —No suena mal. —solo alardea para hacerla enojar. —Eres un maldito idiota, un estúpido. —comienza a golpear su pecho con la mano libre y se esfuerza por qué la suelte pero en realidad no le hace ningún daño, es más grande y fuerte. —Imbécil, ¿Quien te crees para tenerme aquí en contra de mi voluntad?. Déjame ir. La deja que se desahogue esquivando una que otra patada directo a sus genitales, mientras que Sennikov a pesar de tener un semblante peligrosamente serio, trataba de mantener la calma no quería dañarla, entonces mientras la observaba desafiante contra él, comenzó a divagar poniendo un interés mayor en su rostro, cada parte de él, no dejó escapar ni ese pequeño lunar sobre el labio del lado derecho, sus ojos obscuros y grandes de mirada profunda e inocente, piel de ángel tentadoramente acariciable. Era absurdo pero no tenía punto de comparación con ninguna otra mujer, nunca antes había conocido a alguna que lo indujera a tan fascinante atracción, ella es tan hermosa, pero no tan solo en el físico y sabía que un monstruo como él no merecía a alguien cómo ella pero sin duda era un reto uno al que estaba dispuesto entregarse, no tenía intención escapar del destello de luz que irradiaba su mirada y que ahora lo tenía cautivo. Se dió por vencida, se cansó de pelear y él en cuanto la sintió relajarse, la soltó. La respiración de Elizabeth era irregular le costaba mantenerla y su cabello alborotado le caía sobre el rostro, la vio tan tierna y linda que no se pudo resistir en acariciar su rostro mientras le quitaba el cabello con delicadeza poniéndolo detrás de sus orejas, acto que le cortó la respiración por completo a ella y atónita, se quedó Inerte observando como su rostro se acercaba más y más, hasta que sus mejillas chocaron en una caricia electrizante que ambos sintieron arder como el mismo fuego del infierno. —Ya te lo dije una vez, eres mía, me gustas tanto que te quiero solo para mí. —después de susurrar, respiro profundo el aroma de su cabello, tocando a su vez el cuello con la punta de su nariz. Enseguida la atrajo más a él en un movimiento brusco atreviéndose a tomar su cintura rodeando con su brazo su delicado cuerpo, su nueva obsesión lo estaba volviendo loco y cada día se convertía una tortura estar lejos de ella. Su reacción fué inevitable, casi al instante se estremeció a su tacto y palabras al grado que él pudo sentir esa pequeña e involuntaria sacudida en su cuerpo, no era de miedo, solo era una sensación extraña en especial en su estómago, vientre y entre sus piernas ya que nunca antes había tenido un hombre así de cerca. Sin embargo Yuri lo llegó a percibir de otra manera sin gustarle en lo absoluto, pero aún así, no pudo o más bien no quiso soltarla, se sentía jodidamente bien el contacto que se rehusaba a dejar de sentir el calor de su cuerpo, su respiración tan cerca que incluso sus pensamientos y cuerpo se calentaron al instante, está mujer lo volvía un demente en todos los sentidos. La valentía se desvanecía en Elizabeth, no podía controlar o entender todas esas sensaciones que iban en aumento, su ropa interior la percató húmeda que la hacía avergonzarse con ella misma, su frecuencia cardíaca también iba en aumento debido a la inexplicable captación de emociones y adrenalina que el atractivo hombre le ocasiona. —Basta por favor. —le suplicó tenue, en un intento por apartarlo. Su mandíbula se tenso al escucharla, luego la tomó del mentón para obligarla a mirarle, esa petición había sido un segundo golpe bajo a su ego, otra mujer en su lugar le estaría pidiendo que la follara ahí mismo, pero no ella, la mujer que desea. Juntó su nariz con la de ella hasta combinar su respiración, rosando sus labios crecentando el hambre por sentirlos más profundo y provocando otra sacudida en el cuerpo de Elizabeth, que por supuesto él interpretó nuevamente por miedo. En verdad le costaba trabajo entender, por lo regular para las mujeres les resulta atractivo y le merodean como moscas, esto se estaba convirtiendo en algo frustrante que por supuesto le molestaba mucho, no obstante también ya se estaba cansado de darle su espacio y ya no lo haría más, ella tenía que ser para él como fuera, no pretendía obligarla, eso jamás, pero sus dotes persuasivos hasta conseguir lo que quiere nunca fallan. Comienza a hablar haciendo más infalible ese toque de labios. —Algún día, uno no muy lejano, gritaras mi nombre mientras me pidas que te dé duro, te correrás cómo nunca antes lo has hecho, querrás que te haga mía una y otra vez y yo me encargaré de hacerte disfrutar, "Мой ангел" (mi ángel). —este era el momento en el que la dejaría ir de sus garras, pero se le antojaban tanto sus labios que no se pudo contener más. Tomando su nuca no dejó que escapara del ardiente y posesivo beso, era tan faltó de delicadeza que ella no se movió ni siquiera hizo un pestañeo, no sabía cómo oponerse, en algún momento movió ligero sus labios, pero no era corresponder del todo ése beso que le ha cortado el aliento, las ideas y el raciocinio. Sus manos apretaban con fuerza su camisa ahora no sabía si lo estaba intentando alejar o le estaba permitiendo seguir. Posteriormente satisfecho la soltó sin quitar su mirada en ella esbozando una sonrisa ladina llena arrogancia. Pasaba lento su dedo índice en la comisura de sus labios en un gesto sugestivo, me gusta lascivo. Quiere más que un simple beso. Elizabeth se tambaleó sin poder evitarlo, sentía su rostro arder de la vergüenza dado a qué nadie en su corta vida le había hablado con ese atrevimiento o descaro y pese la confusión levantó su mano haciéndole llegar la inminente tercer bofetada, provocando que Yuri resoplara colérico, pero se calmó enseguida satisfecho de alguna manera después de lo que había hecho. —¡¿Pero que diablos?!, Que mujer. —puso una mano en la mejilla para calmar el ardor. Al parecer no siempre podrá tener lo que quiere con solo chasquear los dedos. ♠️??♠️ —¿Te encuentras bien?, si quieres podemos regresar. Miraba su reflejo en el aparador, aún con los pensamientos dirigidos en aquel beso hasta que ésa voz rasposa la obligó a despabilarse y es qué el cosquilleo en su vientre seguía latente al igual que la textura de sus labios en los de ella. —¡¿Eh?!, Estoy bien. —Pues necesitas llevar algo o mi jefe se va a molestar conmigo. Ella le regresa una sonrisa tímida para que así no pueda descifrar sus pensamientos. Sin embargo, llevan casi media hora en el centro comercial y no ha puesto interés en nada cuándo él también dió por hecho que la pondría contenta el salir de la mansión. Cierto, Dmtry sabe que fué el encuentro con Yuri el que la puso así pero no sé atreve a preguntar qué fue lo que pasó para no ponerla más incómoda, no son asuntos de su incumbencia, menos después de lo que vio. —No creo necesitar algo para seguir cautiva. —se encoje de hombros. —Mira ahí hay unos vestidos, que se te verían lindos. Puedes pasar a velos yo me quedaré aquí para darte espacio. —la motiva señalando con la cabeza la tienda dónde están parados. Sin agradarle mucho la idea lo mira a él elevando una ceja y luego hace un gesto un tanto gracioso rindiéndose a su petición. —Esta bien, pero si no me gustan no compraré nada. —en realidad siempre ha odiado ir de compras. Él la espera afuera como lo prometió sin quitar ni un segundo los ojos en ella, está confiando en que no va a huir pero aún así no está seguro de que alguien no haga algún atentado en su contra. —¿Dmtry?. Escucha la voz peculiar detrás de él pero no hace ningún afán por voltear. —¡A caso estás sordo! ¿Dónde está Yuri?. —la rubia se para frente a él y busca con la cabeza su verdadero objetivo. Al no conseguir respuesta sigue la mirada de Dmtry y ve a Elizabeth observando los vestidos. —Ya veo, estás de niñera. Creí que Yuri tenía mejores gustos, pero en fin, al menos me ha servido para darme cuenta de que no tengo nada de que preocuparme. —Señorita es mejor que se vaya. —Tu, maldito gato no me vas a dar órdenes, a caso no te ubicas quién soy. —No le estoy ordenando, es una sugerencia que le es conveniente tomar. —Ya vámonos Ivanna, solo estamos perdiendo el tiempo. —le dice su amiga, para evitar haga un escándalo. —Tu cállate. Le ordena y está hace el movimiento de cerrar un cierre en su boca. Al mismo tiempo regresa Elizabeth. —No me gustó nada y nadie me entiende cuándo hablo y tampoco yo les entiendo, mejor ya vámonos. —no prestó interés de la presencia de Ivanna pensó que solo era una conocida de él. Pero Dmitry sabe hasta dónde puede llegar Ivanna así que intenta alejarla de ella lo más pronto posible, en cambio Ivanna actúa más rápido jalando del cabello de Elizabeth antes de que pudiera dar un paso. —A dónde vas "proklyataya suka" (maldita zorra). Es obvio pensar en lo cabreada que se encuentra desde que se enteró que una mujer esta bajo el mismo techo que Yuri, los celos están la están llevando a sacar lo peor de ella ya que no es nada sencillo imaginar al hombre del que ha estado enamorada desde la adolescencia compartiendo cama con una mujer que apenas conoció, lo peor de todo que la cuida y protege como nunca lo hizo con ella. No se necesita ser muy inteligente para darse cuenta de ello luego de verla al cuidado de Dmitry. Ella lo más que ha recibido de Yuri es una patada en el trasero luego de follar (bueno sí y no tan literal) Elizabeth pone mayor atención en su agresor luego de ése tirón que le ha dejado la cabeza adolorida obligándola a detener su trayecto y pese a que nunca a estado en una situación así, piensa de inmediato en defenderse, no obstante Dmitriy se pone en medio de ella para detener el conflicto, los guardaespaldas de Ivanna también reaccionan esperando la indicación de ella o algún intento de agresión por parte de él para actuar, pero no será necesario tan ridículo circo, Dmitry solo le da una pequeña pero severa advertencia. (lo de circo es por lo obvio que sería la confrontación, no son rivales competentes esos dos jóvenes novatos los cuáles solo sirven para lucir sus trajes como muñequitos en pastel.) —Él no estará contento con lo que acaba de hacer. —se lo dice en ruso. —Simplemente aléjese y no pasará de un simple disgusto. La rubia a pesar de echar humo por la cabeza, le hace caso, a él y a su amiga que le sigue suplicando irse, ahora trata de esconder su irá detrás de una sonrisa falaz. Su descontrolado comportamiento le haría perder más puntos con Sennikov y no quiere eso, mucho menos ahora que se siente amenazada por esa mujer. Por qué a pesar de que no lo acepté, a Elizabeth la siente como una verdadera amenaza, tiene el presentimiento que no es cómo una aventura cualquiera y eso le causa terror. —Lo siento, te confundí con alguien más. —finge una voz de arrepentimiento. —Con tantas mujeres que tiene Yuri, pero en fin, no me hagas caso, tú pareces ser nueva por aquí. —quita con una mano a Dmtry para verla mejor. —Yo soy Ivanna mucho gusto. Extendió la mano para saludar en señal de paz. Pero en cambio Elizabeth no confió y la dejó con la mano estirada observando con detenimiento a esa despampanante rubia de lentes obscuro, piernas largas a la que le lucen muy sexis en esos jeans ajustados, es muy delgada pero posee peligrosas curvas que pondrían babear a cualquiera, sin duda toda una modelo, que por unos instantes hizo sentir hormiga a Elizabeth, no es que tuviera un mal cuerpo pero la mujer que tenía frente a ella, apantallaba a cualquiera. —No te culpó, no fue mi mejor presentación la de hace un rato. —expresa Ivanna. Acomoda el bolso en el hombro aferrándose a él, por si acaso alguien se lo fuera arrebatar. —Cuando quieras podríamos charlar un poco para conocernos, o mejor aún, ir de compras juntas, dudo que éste gorila tenga un buen concepto de la moda. —termina por mirarle despectiva de arriba abajo a ambos. —Nos vemos pronto linda. Pasa a su lado como toda una diva en pasarela contorneado sus caderas de un lado al otro. —¿Enserio piensas hacerte amiga de esa?. —le cuestiona su acompañante, una vez que se han alejado lo suficiente. —Nika, estas idiota o no me conoces lo suficiente. —sacude ligero la cabeza mientras eleva la mirada exasperada. —Esa mujer es tan simple y ordinaria. ¡Ay Yuri!, cada día me sorprendes más no pensé que tuvieras esos gustos raros. —esto lo dice en un tono casi inaudible, más para ella, al instante que saca el iPhone de su bolso Bvlgari y hace una llamada misteriosa, volviendo su cabeza a la dirección contaría dónde camina Elizabeth con Dmitry. Por otro lado. —Quien era esa mujer y por me ha tratado con tanto odio, jamás en mi vida la he visto. —Es alguien del que nunca debes confiar. Pero no hay nada de que preocuparse, mientras estés bajo nuestra protección nada malo sucederá. Sigamos. "¡Nada malo sucederá! Entonces todo podría ir peor de lo que ya es". Pensó, abrazándose así misma de las palabras agobiantes que le habían llegado a los oídos y aquella duda de que quizás no solo sea algo más que un simple empresario se comenzó a incrustar en su cabeza como una espina que muy pronto sacara. El escalofrío aún está en su piel y con la advertencia que le ha hecho saber Dmitry, por primera vez solo siente la necesidad de regresar a la mansión, o mejor aún, correr en ése instante hasta que le falte fuerza en las piernas para continuar, pero aún si lograba alejarse..., ¿Adónde iría? ¿Quién podría darle asilo? ¿La policía le creerá a ella?, ella misma se cuestionaba las probabilidades de éxito y eran nulas. Por ahora no le queda más que hacerle caso a su cuidador y seguir fingiendo su buena disposición para la etapa de adaptación a la circunstancias.
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