Sennikov regresaba a la mansión algo estresado y de mal humor, al menos su cara de querer matar al primero que cruce en su camino daba esa impresión. Probablemente pese a que había tenido un buen día, no se sentía tan afortunado, por supuesto no tomaba en cuenta la noticia que Dmtry le había dado por la mañana, ya que no le preocupa mayor cosa. La rivalidad con los italianos es algo que nunca va a terminar por muchos acuerdos que se hagan.
Competencia de poder entre mafias, pero eso ya lo sabemos.
Sin embargo el ocuparse de sus obligaciones y el hacer su rutina de todos los días, comenzaba a cambiar su estado de animo, puede que él no lo noté o no quiera aceptarlo, pero cualquier actividad dónde no involucre el estar al pendiente de cada movimiento de Elizabeth lo irrita y termina de un muy mal humor dónde muchos otros a su alrededor pagan las consecuencias, como lo es en éstos momentos después de su ocupado día. Él solo quería hacer una cosa el resto de la noche y sí, es lo que imaginas, quiere seguir observando a Elizabeth por las cámaras de seguridad, después, seguirla hasta su habitación cuándo se vaya a dormir y admirar a poca distancia la tranquilidad con la que duerme, quizás antes de eso robarle otro beso como el de la mañana y volver a sentir la sedosidad de sus labios, tocar su cuerpo y probar cada centímetro de su piel, sin embargo, nada de eso será posible.
Ahora tenía el tiempo encima, como casi siempre. Esta noche, aunque lo intentó eludir como lo venía haciendo en estos días, tiene que ir al bar a supervisar la cuestión administrativa, lo odiaba, los números le parecían tediosos, pero su contador insistió tanto que no le quedó de otra más que aceptar, tampoco es una tarea que le pueda dar a cualquiera, el dinero siempre es un tema delicado que requiere un seguimiento serio.
—Yuri, necesito...
Dmtry intentó acaparar su atención cuándo este aparcó el auto y bajó de él para entrar a la residencia, pero fracasó en el intento, Sennicov levantó la mano derecha haciendo un ademán para callarlo, no quería que nada ni nadie opacara esa necesidad que sentía por verla. Sencillamente paso de largo.
—Es importante. —insistió
—¡Que no carajo!. —lo enfrentó furioso con aquella mirada temible. —No me vengas a joder en este momento, en que puto idioma lo tengo que decir. —con una mano frotó su cara. Está comenzando a perder los estribos, pero lo dominó. —Dame cinco minutos y te veo en el despacho.—Continuó hasta llegar a su objetivo.
Empujó la puerta de la habitación donde ella se encontraba, haciéndole brincar del susto, ya que terminaba de vestirse.
—Acaso nadie te ha enseñado a tocar la puerta antes de entrar. —jalo más la blusa para terminar de cubrir su abdomen y lo miro de mala gana.
Sennikov no respondió, pero continuaba observando su figura de arriba a bajo, obligándose a tragar grueso para callar sus bajos instintos. El shorts de la pijama dejaba descubierta esa parte de su cuerpo con la que hora él fantaseaba tocar, en cambio, no le quedaba de otra que controlarse siendo difícil para un hombre cómo él que nunca a conocido el la palabra CONTROL.
—Dmitry me ha dicho, que no te gustó ir de compras.
—Lo que no me gusta es que tomen decisiones por mi, que asuman que es lo que me gusta, pero sobre todo que me obliguen a hacer cosas que no quiero.
Mientras la escuchaba Yuri cerró la puerta después de entrar, a lo que ella retrocede asustada sin hacerlo mucho notar. Esto de decir lo que piensa sin ninguna censura es nuevo para ella y no sabe cuánto pueda molestar a la otra persona, pero más que eso, lo que realmente le heló la sangre fué cuando él se quitó el blazer dejando visibles la pistola y el mango del cuchillo que en todo momento lo acompañan. Pero él no pretende hacerle nada, tan acostumbrado está en llevarlos siempre que no se dió cuenta que los había dejado expuestos a la visón de ella y tampoco le importó mucho, ahora simplemente estaba atento en la reacción de sus alargadas pestañas revoloteando cada vez que parpadea nerviosa detrás de ésa mirada retadora que lo domina por completo.
Bajo el escrutinio de su mirada, Sennikov tomó asiento muy cerca de ella, dejó el saco en la codera del sofá tentado en buscar antes la cajetilla de cigarros y encender uno.
No lo hizo, mejor tomó una postura de relajación en aquel sofá aunque ella lo consideraba una insolencia y comienza a hablar sin examinar mucho sus palabras antes de hacerlo.
—¿Que quieres entonces? —propone. —Conmigo eres una mujer libre, o acaso ves alguna atadura en alguna parte de tu cuerpo. Fui yo quién te liberó del monstruo que te tenía atrapada.
Se escuchó una risa sin una pizca de gracia por parte de Elizabeth y después se atrevió a contestar un tanto molesta y a su vez abatida.
—Ahora resulta que eres mi héroe o un príncipe azul.
—Jamás. —Contesta tajante y directo. —Eres una mujer hermosa con muchos encantos y cualidades que me ha gustado desde el primer día, razón por la que estás conmigo y sí haces una comparación de antes a hoy...
Elizabeth lo interrumpe con sigilo apretando los puños de sus manos para contener su rabia.
—Sigo siendo presa de un egoísta, misógino, que pretende tenerme como una muñeca de colección, igual o más presa que antes, en un lugar que no conozco, con gente que ni siquiera habla el mismo idioma que yo. Mis manos y pies no tienen ataduras.—estira sus muñecas frente a él. —Pero eso de que me sirve si no puedo salir de esta jaula de oro, no sin alguien pisando mi sombra para que no escape.
Señaló la puerta y ladeó el rostro a una dirección dónde él no pueda ver sus lágrimas que hacen presión en sus ojos por salir, limpia una con disimulo.
Él se ha dado cuenta de lo que está pasando y más que las palabras, es esa tristeza que ha empañado el rostro de Elizabeth lo que le comprime el pecho causando una punzada lacerante. Apuesto que hubiera preferido una patada en los huevos que esto, nunca se había sentido tan mierda como en éste momento.
En segundos él ya le estaba rodeando los hombros con sus largos y fuertes brazos para después hacerle recargar la cabeza en su pecho, después de todo aquél demonio sanguinario y cruel estaba demostrando que tiene un lado bueno que jamás le había mostrado a alguien, su obscuridad siempre lo acompañaba, pero ahora con ese simple abrazo era su manera de pedir una disculpa en silencio ya que verbalmente no era tan sencillo, sin embargo, por desgracia para Elizabeth eso no era un indicativo de que cambiaría sus planes con ella.
—No quiero que llores. —le susurró y ella lo pudo discernir como una orden. Aunque no lo fuera.
Así que al escucharlo ella se quiso quitar pero su fuerza se lo impidió, de todas formas no hizo muchos intentos por rechazarlo, el calor de sus brazos se sentía bien y poco a poco fué cediendo hasta quedar completamente quieta y atenta a los vigorosos latidos del corazón de Yuri, percatándose que el tamboreo era igual o más rápido que el de ella y no había nada razonable en ello, pero estaba pasando, era una sinfonía perfecta, como si uno necesitará del otro para continuar el ritmo de un mismo latido. Uno necesitaba del otro para complementarse y quizás ninguno de los dos se ha dado cuenta o probablemente lo han comenzado a descubrir, no lo sé.
Entonces Elizabeth entra en juicio, ese mismo que el encierro ha comenzado a crear estragos en su cabeza con una paradoja extraña entre su captor y ella y que ahora mismo trata de rechazar.
—No soy tu mascota. —la voz se le quiebra a causa del nudo que estrangula su garganta.
El rubio consternado y con una ligera arruga entre sus cejas la separa para verle a los ojos.
—Te quiero como mi mujer, no como una maldita mascota. ¿Que te hace pensar esa mierda?, ¿Alguien te ha tratado mal?. —con solo pensar esto último sus facciones cambiaron por un aspecto severo necesitando alguna insinuación de su parte, para partir en mil pedazos a quién se haya atrevido a hacerlo.
Teorías de su demente cabeza que sin ser consiente de su fuerza lo llevaron a sostenerla por los hombros haciendo más presión de lo debido. Actitud que le pareció muy fuera de lo normal a Elizabeth y el miedo se reflejó en sus ojos.
Entonces en Yuri el arrepentimiento era quién en esta ocasión lo abofeteaba de una manera cruel. No obstante le puso una enmienda nada ortodoxa, exponiéndose una vez más al rechazo. Pero no le importaba, solo creía necesitarlo...
En un abrupto movimiento impacto sus labios con los de ella, sin recibir nuevamente una respuesta y cuando estaba dispuesto a ponerle final. Inesperadamente ella entre abrió sus labios degustando de la textura voluminosa de ésos labios que intentaban devorarla en un beso ansioso y para nada delicado y al que ella bajo el ritmo para dar seguimiento a uno más lento y pasional, en dónde también sus lenguas se acariciaban de vez en cuando y el cuál él estaba aceptando sin oponerse a qué ella dominara, aunque él estuviera acostumbrado a otro tipo de situaciones menos afectivas.
No fué fácil y la urgencia por pasar a otro nivel, Yuri la sentía reflejada en su entrepierna, el deseo se estaba desbordando, por primera vez no sabía si continuar, no quería perder lo que creía haber ganado con ella y volverla asustar con sus impulsos. Sin embargo, bajó sus manos a su cadera y poco a poco las subía por debajo de la blusa para sentir su piel, tocó su espalda y una corriente eléctrica de deseó lo embistió rápidamente siendo más apetecible la cama que tenían a un lado. Lo que ahora quería era desnudarla, besar cada extremo de su piel para después penetrarla duro como un salvaje hasta que ambos quedarán satisfechos.
Inconvenientemente los pensamientos de ella eran distintos, pero a su vez tan parecidos, nunca pensó disfrutar lo que estaba pasando, tampoco era lamentable, solo quería seguirle el juego, inmiscuirse hasta tenerlo a sus pies, ya que se había dado cuenta del extraño interés que él le prestaba; excepto que no podía controlar lo que estaba sintiendo con ese beso y debajo sus manos al tocar los duros músculos de su abdomen que aunque los tocaba por encima de la ropa le ocasionó un calor inexplicable por todo su cuerpo, nuevamente se comenzaba a mojar, comenzaba a necesitarlo con urgencia, liberar esos impuros pensamientos que le hacían sentir el cosquilleo en su vientre, pero no debía llevar las cosas a tanto todo debía manejarlo con prudencia.
En poco la reacción en Elizabeth fue inmediata cuando la mano de él tocó uno de sus senos por encima del sostén, soltó un gemido de sorpresa para en seguida terminar con el beso mordiendo su labio y dándole un manotazo en el brazo para alejarlo.
Yuri se río sarcástico, en tanto, con la mano pasa las yemas de los dedos sobre el labio que le mordió y en seguida le deja ver qué no es ningún tonto.
—A caso intentas seducirme para que te deje ir. —suelta una carcajada para esconder el sabor amargo de la decepción. —No tengo ningún problema que sigas con tu juego, me agradó para que negarlo, pero no creó que jugar con fuego sea conveniente para ti.
Se quedó callada, con el rostro enrojecido luego de ser descubierta pero... ¿Por qué? si ella recuerda a la perfección la táctica de seducción que utilizó una protagonista de una novela que leyó hacé mucho era romántica con mucha acción y ficción el título no lo recordaba de muchas novelas que leé, pero al menos tenía presente que había terminado bien, quizás la protagonista se había enamorado de su captor al final de cuentas, pero en esta situación solo le importaba a Elizabeth la parte dónde se ganaba la confianza.
Luego de unos segundos de analizar su silencio, tosco tomó de su cintura pegando sus cuerpos, situación que la hizo sentir una dura erección en su abdomen y sus ojos se abrieron bastante que parecían salir de la órbita. Esa reacción en su rostro lo hizo elevar sus labios en una sonrisa petulante, no obstante la apretó con fuerza y la miró tan profundo para que ella pudiera darse cuenta del deseó que generaba en él.
—Tienes dos opciones cariño. Te adaptas a tu nueva vida o simplemente te adaptas. Y para que te quede claro la última palabra en todo lo que se hace en esta casa y en el maldito mundo la doy yo, nadie se atreve a desobedecer mis órdenes, eso lo digo por si pensabas hacer una alianza con Dmitry en mi contra. —se agachó para pasar su lengua sobre los labios de ella. —Tu eres mía solo falta que tú te des cuenta. —le dió un beso en la mejilla tocando la comisura de sus labios.
Más tardó en soltarla cuándo las lágrimas de la impotencia ya se habían hecho presente, él prefirió no mirarla, solo quería salir de la habitación y no seguir hablando.
—¿Que clase de monstruo egoísta eres?
—El peor. —respondió antes de salir por completo de la habitación.
Ahora necesitaba un baño con agua fría para despabilarse pero después de lo que se le venía no creó que lo fuera a necesitar.
...
—Habla ya. —Le ordena a Dmitry en lo que se sirve un vaso de vodka tomándolo de un solo trago y así continuar con un segundo.
—¿No traes el teléfono contigo?.
—Sí, Bogdanov ha estado insistiendo, pero no estoy de humor para escuchar sus estupideces últimamente es lo único que sabe decir.
—Intentaron matarlo. Pusieron una bomba en su coche, el chófer fue el que recibió todo el impacto. —explica Dmitry sin dejar de seguir los movimientos que hace Yuri.
—Ese maldito italiano nos está declarando la guerra.
—apretó con fuerza sus manos en un puño del coraje.
—No, te equivocas. Aún no han terminado de hacer un análisis completo a los restos del explosivo pero no corresponde a ellos.
Lo dejó pensando.
—Quien quiera que sea no creo que se haya atrevido a más, aún así no debemos confiarnos. Revisen de pies a cabeza los club, nuestros autos y está casa, cualquier local o establecimiento de la Bratva puede estar en la mira.
No descartaba la idea de que fuera algo personal en contra del Bogdanov ya que ninguno en la organización se destacaba por hacer amigos, sin embargo siempre creé preferible ser precavido.
—No te preocupes desde hace un rato dí la orden de que lo hicieran, ya están en ello. Por cierto Bogdanov me ha pedido que te comuniques con él.
El rubio rueda los ojos. Ya ha tenido suficiente drama el día de hoy.
—Prefiero ir a dónde este. Cancela mi cita de esta noche, quizás lo vea mañana por la tarde.
—Bogdanov está en su casa, el lugar ya fué revisado y se encuentra limpio y de lo otro me encargo ahora mismo. —antes de seguir hablando se detiene para decir las palabras adecuadas. —Yuri, no puedes andar solo, yo te acompaño.
—No, prefiero que te quedes aquí cualquiera me puede acompañar.
Busca el blazer que traía puesto cuando llegó, pero lo ha olvidado en la recamara de Elizabeth y con el humor que ya trae encima opta por dejarlo ahí.
Cuando sale, por poco y se cruzan en el pasillo sin embargo ninguno de los dos se ha dado cuenta de la presencia del otro. Él se ha ido absorto en sus problemas y ella ha entrado en la cocina buscando enseguida un vaso para tomar agua, sus reflejos son torpes aún no se puede controlar, es esa chispa electrizante que no la deja pensar con congruencia, debería odiar a Yuri pero la atracción es mucho mayor. No puede aunque quiere, quitar la sensación de sus labios, el aroma masculino que deja en ella siempre que se acerca y la hace seguir pensando en él como ahora. ¿Que le está pasando? Quisiera ella saberlo.
—¿Necesitas algo más?.
La sorpresa provocó que soltará el vaso y se hiciera añicos con el impacto en el suelo. En tanto, miró primero a aquella mujer un poco sorprendida y también avergonzada por su torpeza.
—Lo siento. —sonrió apenada. Posteriormente se puso de cuclillas intentando recoger el desastre, pero el susto había disparado la frecuencia cardíaca más de lo que ya estaba y el temblor en sus manos la hizo cortarse un dedo con el filo de un pedazo pequeño. —¡Auhc!
—Yo lo levanto, no te preocupes. —la joven mujer la ayudó a ponerse de pie. —Tengo banditas en el botiquín y algo de antiséptico, eso ayudará.
—Gracias. —respondió haciendo presión con la otra mano en su dedo para detener la sangre.
—Listo, la podrás quitar mañana o cuándo deje de sangrar.
—Eres muy amable, ¿Quién eres tú?, no te había visto antes, me sorprende que puedas entender y hablar el inglés, en esta casa solo Dmitry y su jefe lo hacen, bueno no sé si algún otro de lo guardias también, no hablo con nadie. —sus palabras salían apresuradas probablemente por los nervios.
—Soy Mila. —sonríe —Yo sí sé quién eres tú y creo que nos vamos a llevar muy bien. Respecto a lo de mi inglés aún está en proceso pero creo que se me da bien.
Elizabeth le regresa una sonrisa reticente, a simple vista le pareció una buena persona, confiable, simpática, pero a estás alturas del partido no podría estar segura de que lo es. Podría estarse volviendo realmente loca pero la chica a pesar de su amabilidad no dejó de transmitirle ese halo de misterio que todos en esta casa tienen.