—Hay varios lugares a los que podríamos ir, está el palacio real, las murallas blancas, o la plaza Wintus, ¿a dónde le gustaría ir joven Daniel? —pero antes de que Daniel pudiera decidir, una chica se acercó, aunque llevaba ropas de chico, pantalón y túnica que también era gris, era evidente que era una chica, también llevaba un sombrero de una sola ala, como las gorras de su tiempo, donde Daniel pensaba que había puesto su cabello, ya que este no se veía.
Al darse cuenta de su presencia y que se estaba acercando directamente a ellos, Gram puso su mano en la espada que llevaba y se puso en frente de ella, pero antes de que él dijera algo ella habló.
—Buen día caballero Gram, espero que me pueda mostrar discreción en esta situación, preferiría no llamar la atención, y si llama a alguien en este momento correré hacia la ciudad causando tal alboroto que les tomara días encontrarme ¿entiende? —dijo la chica que recién había aparecido.
Daniel vio por primera vez una expresión en el rostro de Gram, era leve, pero la sorpresa que mostraba era evidente si lo habías conocido un poco, y al recomponerse, Gram solo asintió sin decir más palabras. Daniel ya sabía quién era, pero como no le había visto bien la cara, no se aventuraba a decir nada.
—Hola Daniel, preferiría que me llames Lucía hoy, espero entiendas que llamarme por el otro nombre no es una buena idea —dijo Sonia a Daniel, mientras le sonreía, ella se veía alegre—, ven, iremos a ver el palacio real, es tan hermoso como te dije, ya verás, y por el camino también podrás ver lo que te dije el otro día.
Habiendo dicho eso, Sonia se puso al frente del grupo guiando el camino, Gram le hecho una ojeada a Daniel antes de que avanzaran, movió su cabeza mirando a Daniel como tratando de ver si él sabía algo de esto, a lo que Daniel solo atinó a encogerse de hombros tratando de mostrar su desconcierto.
Los tres caminaron por la ciudad, dos de ellos muy desconcertados, y ya estando bien adentro de la ciudad, Sonia retrocedió un poco y le mando a Gram a que guíe el camino, mientras ella se puso junto a Daniel.
—No te guíes solo por la apariencia del lugar, mira las expresiones de las personas con detenimiento —le dijo Sonia a Daniel casi susurrándole mientras sonreía.
Este le hizo caso y se enfocó en sus expresiones, pero no vio expresión alguna, no había tristeza o alegría, o ira, la mirada no expresaba emociones ni miraban a nada, no había nada en sus rostros, y fue así como se dio cuenta, era antinatural, como si estuvieran vacíos, a primera vista uno no se daría cuenta, y si solo pasabas tampoco, pero si observabas con detenimiento a la gente era evidente, algo no andaba bien.
Mientras él hacía esto, Sonia se fue alejando poco a poco de Gram, jalando la ropa de Daniel para que lo siguiera, lo realizo con sumo cuidado porque Gram volteaba a verlos en intervalos cortos de tiempo, también ella se fue acercando a la izquierda de la calle, y al estar muy cerda de una calle pequeña de tierra, agarro de la mano a Daniel empujando a este hacia esa calle, a él no le gustaba nada esa situación, pero confío en ella y la siguió.
Avanzaron sin correr hasta entrar a esa calle, ese lugar al que habían entrado se bifurcaba en muchas callecitas más, Sonia se metió en otra y luego volteo a otra más, ya dentro de esa calle corrió a toda velocidad, a Daniel le fue difícil seguirla, la chica corría rápido, pero logro hacerlo.
Cuando Gram se dio cuenta de la ausencia de los dos, ellos ya estaban metidos en un laberinto de calles, el sabia lo difícil que sería buscarlos, así que decidió ir a por ayuda, ya que aunque sabía supuestamente a dónde irían, no sabía si era cierto, y lo más probable era que se hayan ido a otro lugar, jamás se le paso por la cabeza que alguien los pudiera haber tomado porque había gente en los caminos, y si hubiera pasado algo así, alguien o todos hubieran reaccionado, lo que le indicaba que solo se habían escabullido de el por algún motivo.
—¿A… dónde… vamos? —pregunto Daniel a Sonia cuando dejaron de correr, hablaba con agitación, entre cortado, ya que además de lo que había corrido varios perros lo asustaron cuando ladraron mientras ellos pasaban.
En todo el camino pudo ver ese lado de la ciudad, las calles eran cada vez más cortas cuando se adentraron en el laberinto de caminos, todos los caminos eran de tierra, había basura por doquier con moscas alrededor, las casas lejos de ser de piedra eran de madera, menos unas cuantas que sí lo era, las casas estaban sucias y viejas, no era para nada parecido a lo que se veía en el camino empedrado.
—Vamos a la casa de una amiga, es una ex sirvienta de la catedral, me cuidaba de pequeña, ya me ha recibido varias veces, estará contenta de vernos, por favor no comentes nada de lo que dije ayer, ella es una ferviente creyente de mi padre, y a pesar de la situación que vive, ella cree que todo es parte de una prueba divina, he tratado de ayudarla de muchas formas pero ella prefiere vivir así por las enseñanzas del luzismo, entenderás cuando estemos allí —dijo Sonia que ya no tenía la expresión sonriente en su rostro.
Siguieron caminando por un largo período de tiempo sin decir palabra alguna, y mientras iban adentrándose más en ese laberinto de calles más sucio y pobre se veía el lugar, además esas calles no se podrían ver desde lo alto de la catedral o desde las calles principales, porque estaban tapadas por edificios, incluso si uno quisiera ver esto tendría que adentrarse de forma consiente allí, cosa que Daniel pensaba era improbable para las personas que no vivieran en esas casas.
Muy adentro de esas calles, llegando a un callejón, Sonia se acercó a un edificio de madera, el lugar se veía desgastado y algunos de sus tablones estaban salidos, Sonia jalo una cuerda de varias que estaban afuera de la puerta, alguien arriba se asomó por una ventana, y luego de un rato salió una mujer que salto a abrazar a Sonia.
—Mi pequeña, ya te dije no deberías venir por aquí, es un placer poder verte, pero ¿qué diría tu santo padre si supiera esto? —decía la señora mayor de pelos blancos que había aparecido, se veía muy delgada y con algo de suciedad en su ropa, sujeto un rato a Sonia y luego la soltó lentamente.
—No diría nada Brenda, tal vez se escandalizaría un poco, pero no estoy haciendo nada malo, no me puede castigar por salir a la ciudad —decía Sonia a Brenda con mucha soltura.
—Pero mi niña, sales sin protección alguna, eso preocuparía a cualquiera, aunque veo que esta vez sí trajiste a alguien, no me parece un caballero, buen día joven, ¿qué hace usted con mi señorita? ¿sabe quién es verdad? —decía Brenda mirando de forma inquisitiva a Daniel, y antes de que este respondiera, Sonia hablo—: Él es Daniel, y yo lo arrastre aquí, sabe quién soy, así que no te preocupes por él, ¿porque no entramos?
—Mucho gusto señora —dijo Daniel de forma tímida antes de entrar, Brenda lo vio y solo le hizo un gesto con la cabeza para que entrara aunque no dejo de verlo con el ceño fruncido.
Dentro vio que el lugar no se veía mejor que afuera, estaba limpio sí, pero todo se veía viejo y gastado. Avanzaron por el pasillo hacia la escalera que estaba enfrente y subieron por ella, cada escalón chirriaba, lo que molestaba a Daniel un poco, pensaba que se iba a romper en cualquier momento.
Al llegar al tercer piso Brenda abrió una puerta y pasaron a lo que Daniel suponía era su casa, Brenda fue hacia la cocina y Sonia lo guio al comedor, se veía también muy limpio, pero gastado, como si nada hubiera sido arreglado en décadas.
—Así es la gran mayoría de la ciudad, Brenda era noble, su marido murió en tiempos de guerra y su hijo igual, poco a poco tuvo que vender sus posesiones, incluso vendió su casa para comprarse esta y luego alquilar algunas habitaciones para vivir, pero aun con todas no tenía para vivir, así que se volvió sirvienta de la iglesia y después también dejó de serlo, aunque la iglesia le da comida, no es suficiente, yo le mando más comida junto a lo que le dan o si no, no me recibiría, no tendría suficiente para vivir, sólo unos pocos grandes caballeros, los supremos caballeros y sacerdotes de alto rango pueden acceder a prestarle ayuda a sus familiares, por lo demás aunque la iglesia dice ayudarlos, solo les da migajas de comida que reciben, ya verás —decía Sonia en voz baja a Daniel, este no respondió y solo se quedó viendo el lugar.
Daniel pensaba que eso no era tan malo como Sonia lo pintaba, la mala organización lo tenían todas las ciudades, si, debían mejorar, pero culparlos de esconder algo malo o de usar a personas solo por no ayudar lo suficiente no decía que estuvieran haciendo algo macabro. Brenda apareció trayendo un pan partido en dos y vasos con agua, los sirvió a Sonia y a Daniel, ella solo tomó agua.