Habiendo pasado varios días de viaje en el océano, dentro de un gran barco a vela que tenía unos hermosos grabados en el casco, Elia se había ganado el cariño de todos los tripulantes en el barco, aunque ella pensaba que la excepción era el Arim de Rakshi, Raneb, ya que este no dejaba que entrara a su cuarto para hacer los deberes que se suponía una esclava como ella debía hacer o así le habían dicho algunos esclavos que debía ser.
Elia no solo se había ganado el aprecio de los tripulantes porque era muy atenta, sabia cantar tan bien que dejaba a todos en un trance cuando lo hacía, comía con tal gracia que todos se sentían animales comiendo a su lado, y no causaba ningún problema a nadie más de una vez ya que aprendía rápido de sus errores, además de que al no hacer el trabajo de sirvienta para el Arim Raneb Ek Nayek, ayudaba en el barco a todo aquel que lo necesitara, limpiaba la cubierta, daba de comer a los esclavos en las bodega, hasta sabia cocinar y lo hacía de maravilla, todo esto gusto a los tripulantes del barco a sobremanera, además de su inherente belleza, se ganó a la mayoría de inmediato, y a los que tenían reticencia se los fue ganando uno a uno.
Elia se sentía más cómoda en ese barco a pesar de que la ropa que le habían dado no le gustaba y le incomodaba, también le molestaba un poco su cama, pero con el pasar de los días ya podía dormir mejor, lo que hizo la diferencia más que todo fue ese cambio en el trato de todos, las sonrisas que le regalaban hicieron que esa comida, esa ropa, y ese alojamiento que tenía pasaran por alto, o al menos lo suficiente.
Cuando al fin llegaron a un puerto, solo pararon a comprar provisiones, Elia pensó que todos bajarían, pero no fue así, solo algunos bajaron y otros ayudaron a traer cargas.
—Curkne, disculpa si molesto, pero ¿sabes por qué no salimos o bajamos? —decía Elia a Curkne, un guerrero del sequito del Arim que le gustaba mucho la comida de Elia, tanto le gustaba que hasta pidió al capitán del barco que Elia se volviera la cocinera del navío de forma permanente, cosa que el capitán no hizo porque evidentemente no podía disponer de la esclava del Arim como él quisiese.
—Nunca molestas a nadie Elia, deja de ser tan cortes que nos haces ver como salvajes —dijo Curkne bromeando—, y sobre porque no salimos, ¿ves el rio que desemboca en el mar?, pasaremos por ahí, e iremos por rio, si vamos por el desierto, podríamos morir, esta es la forma más fácil de llegar a Shayra —decía Curkne a Elia con una sonrisa, por la ignorancia de Elia.
—Muchas gracias Curkne, eres muy amable, cuando zarpemos te hare tu comida favorita —decía Elia a Curkne que se puso muy contento con la noticia.
Pero Elia a pesar de las apariencias estaba muy preocupada, no por ella, si no por sus compañeros de clase que también habían sido transportados a ese tiempo, no sabía cómo volver o como salir de esa situación, lo mejor que podía hacer de momento era esforzarse por hacer lo mejor que ella pueda para que todos estén felices, eso lo había aprendido en su familia, una familia adinerada, que le exigía mucho, etiqueta, danza, canto, dibujo, estudios, si hacia algo mal, no la castigaban pero su madre y su padre se decepcionaban mucho de ella, Elia detestaba ver esa expresión en el rostro de sus padres, así que daba lo mejor para que ellos estuvieran felices y orgullosos de ella. También en la gran casa de sus padres había varios sirvientes contratados, su madre le aconsejo ser siempre amable con todos y vería resultados, y gracias a esto aplico el consejo de su madre con ellos y aprendió que, si era amable con todos, ellos lo serian con ella, o eso creía ya que todos los sirvientes respondieron de forma grata a su amabilidad.
El barco pronto zarpo, y el viaje continuo, por varios días el trayecto fue bastante tranquilo, lo impresionante fue ver que a pesar de bajar las velas y no tener viento el barco iba a gran velocidad, Elia no se explicaba el motivo, ya que ni remos tenían, gracias a esto el viaje se sintió ligero. De pronto Elia vio como el Rio se juntaba con otro, y hacían un rio inmenso.
—«Que grande, este debe ser el Rio Fuxna, y este el gran desierto Rojo» —pensó Elia, sabía dónde estaba, en la historia era su reino favorito, el reino Rakshi, si estaba en lo cierto, entonces podría ver lo que tanto anhelaba desde pequeña, el gran palacio de Shayra, que se decía era el palacio más hermoso de la historia antigua, en su tiempo la habían restaurado de gran manera, había visto fotos, pero jamás pudo ir aunque su familia viajara seguido a otros lugares turísticos, esto sosegó un poco la preocupación que llevaba, pero no al completo.
Habiendo pasado ya tres horas de haber entrado en el rio Fuxna, todos los tripulantes vieron unas construcciones, varias torres a lo ancho del rio que tenían orificios, el barco aparco al canto del rio a una distancia prudente de las torres, algunos hombres bajaron y se dirigieron en dirección a las torres, mientras esperaban Curkne hablo con Elia.
—¿Ves eso Elia?, son torres de defensa, si alguien se atreve a llegar por este rio, es inevitable encontrarse con estas torres, dentro yacen ballestas gigantes muy muy grandes, si no nos identificamos nos pulverizaran, así que siempre debemos ir con cuidado, si vez al lado del rio hay un poste de madera, eso marca una linea, cualquiera que lo pase sin identificarse será atacado —decía Curkne a Elia orgulloso por estas torres defensivas, a él le encantaba explicarle cosas a Elia.
—Pero ¿y si llegaran por el desierto? —preguntaba Elia a Curkne señalando al desierto y pensando que había mucho espacio libre por el que muchos pudieran llegar.
—Pocos han sobrevivido al desierto si entran desde las ciudades vía terrestre, solo algunos asalta caminos que conocen muy bien el área y ciertos mercaderes pueden transitar el desierto sin morir en el intento, nuestro barco es muy rápido, lo que nos tomó tres días llegar aquí, a una armada le llevaría más de dos semanas, y el desierto es inclemente, hay muchos peligros, muchos morirían y si es el caso de que lleguen por el desierto, llegaran cansados, diezmados, y sin provisiones, será fácil para nosotros derrotar a esa armada, además de que Shayra tiene defensas naturales muy sólidas que sabemos usar muy bien, aun si llegaran en buen estado dudo que alguien pueda tomar Shayra así que no nos preocupamos por que vayan por el desierto, si alguien quiere arriesgarse a entrar al desierto y triunfa se merece poder ir donde les plazca sin que nadie los detenga, esa es nuestra creencia—le decía Curkne a Elia.
—¿Cuánto nos tomara llegar a Shayra? —pregunto Elia a Curkne con anheló por ver la ciudad.
—Pasando las torres, y con buen viento, un día —respondió Curkne algo indeciso a Elia.
—Pero este barco va rápido aun sin viento Curkne, seguro llegaremos mañana —dijo Elia sonriente pensando en que al día siguiente vería Shayra.
—Ya no nos queda magia en este barco Elia, recargamos en el anterior puerto, pero ya se nos acabó.
—¿Magia? —dijo Elia con incredulidad, Curkne la miro extrañado de su respuesta.
—Viste los grabados del barco, ¿no es así? —Elia asintió—, son grabados rúnicos únicos, fue hecho por un mago hace ya mucho tiempo, este se lo regalo al que sería el Sultaro de todo el desierto, en las islas tormenta tienen barcos parecidos, pero este es más rápido y son esas runas las que permiten a este barco navegar con gran velocidad aun sin viento, pero tiene un límite, se puede volver a poner magia en él, pero requiere de tiempo —Elia se quedó muda ante la explicación, no sabía si creer o no en lo que le estaban diciendo, ya que ella lo experimento, sintió que el barco se movía a buena velocidad aun sin viento, su incredulidad paso a ser certeza, Elia no era de las que se detuvieran a analizar demasiado cada pequeña duda que tenía, si su corazón sentía que era verdad entonces lo aceptaba, así que acepto la magia aunque no le pareciera razonable. Curkne la vio pasmada al inicio y no dijo nada más, solo le palmeo la espalda al irse, Elia se quedó un rato pensando en lo maravilloso que era haber descubierto que la magia existía hasta que vio a los hombres regresar de las torres, dijeron que ya habían comprobado quienes eran y podían pasar.
El viento los favoreció luego de haber dejado las torres de vigilancia, viajaron con buen ritmo. Pasando unas dunas con montículos tan grandes que parecían montañas de arena, el terreno comenzó a cambiar, se volvía más montañoso y rocoso, los grandes bancos de arena comenzaron a disminuir y después de un rato de ver el cambio gradual de arena a terreno más rocoso, Shayra se pudo divisar, primero se vio el verde que abundaba a las afueras de la ciudad, eran las plantaciones al lado del rio, y varios botes se divisaban pescando o solo llevando cosas, se veía una muralla bastante amplia, y de una altura aproximada de 15 metros, pero eso era para delimitar una parte de la ciudad ya que afuera de esos muros habían casas y plantaciones, además que a lo lejos pudo ver una cadena rocosa que circundaba toda Shayra, era como una muralla natural de cientos de metros que por lo que varios tripulantes le contaron estaba repleta de puestos de vigilancia y los mejores arqueros de todo el mundo, Elia vio esto maravillada, pero no pudo ver el palacio.
—¿Y el palacio? —pregunto Elia a la tripulación del barco.
—Está dentro de otras murallas jovencita, en el interior de un hermoso oasis, y está construido en el lago —respondió el capitán del barco Danos a Elia sonriendo mientras comía una fruta.
—¿Lo ha visto capitán Dan? —Elia pregunto esto al capitán con brillos en sus ojos.
—Sí, querida, es hermoso, cuando lo veas te asombraras —decía el capitán con una sonrisa aún más amplia a Elia.
—Eso espero capitán —replico Elia esbozando una sonrisa leve, su emoción bajo ya que recordó a sus compañeros y deseo que ellos estén bien, junto sus manos y rezo a los cielos—. «No sé cómo, pero los ayudare, y juntos volveremos a nuestros hogares, por favor que sea así» —fue lo último que pensó Elia antes de que el barco que la transportaba entrara en los terrenos de Shayra.