—Impresionante, parece que puedes usar ese poder a voluntad en este momento, ¿Qué sentiste al usarlo? —Daniel le explico con lujo de detalles que había experimentado, Cesar se quedó asombrado de la detallada explicación que le habían dado, y de lo mucho que se parecía ese poder a lo que se sentía la bendición divina que recibían los caballeros, aunque desde luego sin una arma legendaria.
—En mi pecho y brazos tengo marcado unos símbolos divinos, cuando uso mis bendiciones siento un poder proveniente de ellos, aunque no sean poderes similares al parecer la forma de usarlos tiene cierto parecido, iremos probando tus poderes poco a poco, primero el control y la potencia de estos, y finalmente en entrenamiento real con caballeros, iremos de menos a más —Cesar dijo todo esto con amabilidad agarrando a Daniel de los hombros mirándolo a los ojos con una sonrisa, esto hizo sentir a Daniel como alguien apreciado y le gusto.
Así comenzó el entrenamiento de Daniel para dominar el poder que había ganado. Cesar trajo palillos muy finos puestos en final, hizo que Daniel moviera sin romper uno de esos palillos, después de intentarlo unas horas cayo rendido, sudando a pesar del frio que estaba haciendo, a penas y lo había logrado, Cesar dijo que tenía que repetirlo varias veces para que pudieran seguir al siguiente entrenamiento, pero Daniel ya no daba más, así que pararon.
—Es hora del almuerzo, si deseas puedes comer aquí o en un lugar privado que preparamos para ti —dijo Cesar abriéndose de brazos, viendo con detenimiento a Daniel con una expresión relajada en su rostro y sonriendo alegremente.
—No será necesario, prefiero comer con todos en el comedor, agradezco que se hayan tomado la molesta y disculpa si no lo acepto —Daniel declino la propuesta por la misma razón por la que no había pedido una comitiva al rey, era mejor mantener los favores al mínimo.
Esto a los ojos de todos en la iglesia, caballeros, sacerdotes, aprendices de caballero, los sirvientes y demás trabajadores, mostro que a él no se le había subido a la cabeza el poder ganado, se no había vuelto un noble de esos que se alejaban de la gente y dejaba de ser humilde, al menos por el momento podrían tener fe en este heredero de Wintus.
Cesar guio a Daniel al comedor de los caballeros y en ese lugar se separaron, al entrar Daniel se percató de la extraña atmosfera al verlo ahí, casi todos los aprendices se arrodillaron al verlo, muchos caballeros hicieron lo mismo, y los demás se quedaron callados sin moverse.
—Levántense, no pasa nada, todos somos iguales, soy casi el mismo con el que comieron el día anterior, por favor levántense —dijo Daniel medio alarmado e incómodo por la reacción de todos yendo a las personas arrodilladas y tratando de levantarlas.
Todos los que estaban arrodillados se levantaron lentamente extrañados por la reacción de Daniel, y la reacción de los que no se habían arrodillado primero fue de sorpresa y luego de aceptación, algunos moviendo la cabeza de arriba debajo de forma involuntaria.
Después de ese momento el sacerdote presente dijo las oraciones y todos comenzaron a comer, no había mucho ruido, ya que casi todos volteaban a ver a Daniel y no hablaban entre ellos, unos se le quedaban viendo y otros giraban la cabeza si Daniel pasaba la mirada por donde estaban.
—«¿Esto será parecido a lo que las celebridades pasan todo el tiempo?, puede que ellos lo pasen peor, ya que al menos no se están lanzando a mi como una horda de zombis» —pensó Daniel mientras comía viendo a todos en el comedor actuar distantes. Él suspiro por lo acontecido, pero pensó que al menos no lo rechazaban, que eso ya era algo.
Al salir del comedor Gram y los caballeros que estaban con él lo estaban esperando, junto a ellos Daniel fue al campo de entrenamiento a intentar terminar el ejercicio, pero no pudo, estaba muy cansado y al parecer el poder no salía más.
Además pensaba que pronto querría ir al baño y los baños de la santa sede no eran de su agrado, así que decidió volver al palacio, pero recordó que despidió a su guía, Janice—. La desnudista —aunque no recordaba su nombre, y tampoco recordaba el camino de regreso al completo.
—Gram, disculpa molestarte, ¿alguien podría ayudarme a llegar a palacio?, no sé cómo llegar, aun no me he aprendido la ruta —pidió Daniel con una risa nerviosa.
—Desde luego heredero de Wintus, todos lo acompañaremos hacia el palacio real —respondió Gram con mucha frialdad además se notaba que su mirada no enfocaba a Daniel.
—No… no es necesario que todos vengan con uno que sepa el camino basta, además… llámame Daniel por favor —replico Daniel hablando con algo de vergüenza por ser tratado así.
—No puedo permitir eso here… Daniel, tu seguridad fue puesta en nuestras manos, debemos asegurarnos que estés bien hasta llegar a palacio —dijo Gram con determinación este vez si mirando a Daniel.
Daniel trato de muchas formas de convencer a Gram de que solo uno bastaba para ir a palacio, pero Gram era una roca, su posición no se movía por nada del mundo no importaba que dijera. Al final Daniel se rindió y fue con todo el grupo de caballeros que le habían asignado.
El viaje como la ida no duro mucho, no hubo una aglomeración de gente al avanzar y eso agilizo el camino, y mientras iba Daniel se procuro de memorizar toda la ruta para no tener que pedir guías más.
los pobladores de Miraci estaban más acostumbrados a ver caballeros andando por la ciudad que un palanquín que anunciaba que el rey iba a algún lado, y como los rumores corrían rápido se habían enterado del heredero de Wintus, pero por precaución Daniel había pedido un gorro para cubrirse el cabello y parte de su cara.
Al llegar a los terrenos del palacio, Daniel quería ir a descansar, aunque al mismo tiempo quería ir al baño, además que haber caminado estando tan cansado le había matado, le dolía todo el cuerpo, aun así el querer ir al baño gano.
Mientras caminaba lo más rápido que podía por los jardines, que en su estado era ir casi arrastrando los pies, mirando al suelo para que no se topara con algún desnivel y caer, alguien lo detuvo en medio camino, Daniel alzo la vista y vio que era la princesa Dalila, llevaba un vestido un poco más simple que el del día anterior, aunque solo alguien con buen ojo se podría dar cuenta, y tampoco llevaba tantas joyas, solo un collar de oro con gemas incrustadas.
—Hola Daniel, ¿cómo te fue en tu día? No te ves muy bien que digamos —dijo la princesa con tono alegre, a Daniel se le estaban cayendo los parpados del cansancio, y se estaba aguantando el orine con toda la concentración que le quedaba.
—Tendrá que disculparme princesa debo ir a un baño inmediatamente, podría indicarme el más cercano —Dalila abrió los ojos y se cubrió la boca para ocultar la risa que estaba saliendo de ella.
—Si tienes mucha urgencia podrías hacerlo en alguno de los arbustos que están más al fondo, los sirvientes limpiaran luego —dijo la princesa señalando hacia los arbustos más frondosos, Daniel se quedó estupefacto por la respuesta.
—Un… un baño… me servirá si no es mucha molestia —Daniel en ese momento pensó que la princesa le estaba gastando una broma.
—Tendrás que preguntar a uno de los sirvientes, no conozco tanto el palacio como uno pensaría, solo ciertas zonas exclusivas —y acercándose a susurrarle en el oído dijo—: también lugares secretos muy íntimos —habiendo dicho esto Dalila se alejó riendo.
Daniel tenía tantas ganas de hacer sus necesidades que de verdad se planteó hacerlo en los arbustos, pero descarto la idea y fue a buscar un sirviente.
Cuando por fin encontró a uno de los sirvientes, fue llegando al palacio, este lo llevo a su habitación, lo despidió lo más rápido posible, y fue directo al inodoro, donde por el cansancio se quedó dormido. Fue despertado cuando empezaron a tocar su puerta con insistencia y mucha fuerza.
—¡¿Quién es?! —Pregunto Daniel levantándose y limpiando su trasero como podía.
—Somos los profesores que el rey a dispuesto para usted su majestad, mi nombre es Rudolf Han, y la señora aquí es Clarice Blanc —dijo un hombre mayor con voz agónica.
Al abrir la puerta Daniel vio a dos personas mayores con ropas de varios colores, un hombre con muchas canas, encorvado y llevando varios libros, y una mujer parada con extrema rectitud vestida con ropa muy recatada, no llevaba nada en su mano.
La ropa que llevaban indicaba que eran nobles, era algo que Daniel pudo haber deducido ya que sabía que la educación pública en esa época era prácticamente inexistente, la iglesia enseñaba, pero lo que le convenia, y aunque no todos los nobles tenían buena educación, lo más probable si llamaban a personas a enseñarle serian nobles.
Daniel estaba aún muy cansando, se había recuperado un poco y ya no se caía con el soplo del viento, pero no creía poder concentrarse mucho en las clases que quisieran darle, aun con todo decidió hacerlo, él siempre fue un buen estudiante, no dejaría de serlo ahora.
—¿Dónde dará lugar las clases? —pregunto Daniel pasándose una mano en la cara para estirarla y quitar un poco de su sueño.
—En un salón que fue separado para ello, si su majestad nos permite lo guiaremos —Dijo Clarice con suma frialdad, pero con cierta gracia y clase. Daniel solo se limitó a estirar su mano en señal de que prosiguieran y a seguir a los dos mayores, no sabía que iban a enseñarle, pero sea lo que fuere lo distraería de la locura que estaba viviendo.
El salón que habían preparado era simple, pequeño, al parecer con solo dos escritorios, uno para el profesor y otro para el alumno, una pizarra, algo que sorprendió a Daniel ya que no esperaba algo así en ese tiempo, y unas sillas. Los profesores se sentaron en el escritorio más grande separados los mas que pudieron uno de otro.
—Tengo entendido que su majestad no es de Tersan, por ello asumo que no sabe la gramática que usamos aquí, por ende veo propicio comenzar por esa área —Daniel asintió a esa afirmación sin decir nada, Rudolf prosiguió explicando las letras, pero como la mayoría de las letras que puso en la pizarra con una vara de lo que parecía arcilla le eran familiares las recito a la primera, lo que dejo muy complacido a Rudolf.
De ahí comenzó a estructurar palabras lo que a Daniel se le dificulto más ya que no conocía esas palabras, pero no fue tan difícil ya que ya había estudiado otros idiomas. Luego de haber terminado la lección de Rudolf, este se despidió con efusividad, y al salir Rudolf Clarice tomo la palabra.
—Lo que ha aprendido su majestad de Rudolf está bien, y le será útil —dijo Clarice con un tono de leve desdén—, pero lo que de verdad lo hará brillar es lo que yo le enseñare. Debe aprender a comportarse en sociedad, a hablar al pueblo, aprender de las bellas artes como hombre de cultura, eso lo distinguirá de la gran mayoría de nobles que hay por ahí —Clarice hablo con orgullo levantando la barbilla mientras gesticulaba con las manos.
Cuando hubo finalizado su monologo de cuan maravilloso era lo que le iba enseñar, iniciaron sus clases, le hizo hablar de la forma en la que ella quería, pararse de la forma que ella consideraba correcta, y tratar de hacer y memorizar ciertos protocolos.
Cuando finalizaron Daniel estaba mucho más cansando de lo que hubiera esperado y querido, además era ya de noche, Clarice se despidió con clase y se fue. Por suerte Daniel había memorizado donde estaba su habitación, así que se dispuso a ir allí a descansar, pero al entrar lo que encontró lo desconcertó aún más que lo que encontró el día anterior en la otra habitación.
Ya que en su cama yacía un hombre sin ningún tipo de prenda, estaba como Dios lo había traído al mundo tocándose sus partes íntimas, esta vez Daniel no dudo ni una fracción de segundo, azotando la puerta con mucha fuerza, esta vez estaba furioso, pero el cansancio era superior, así que decidió buscar un sirviente e ir a otra habitación para dormir de inmediato y ya después arreglaría esa situación.
Cuando finalmente encontró al sirviente y este le dio otra habitación, no solo cerro con seguro, puso una silla trancando la entrada y se fue a dormir.