Campaña contra el mal parte 2

1973 Palabras
—¿Como sabes que es Dios? —pregunta Daniel completamente incrédulo de lo que acababa de escuchar. —Solo lo siento, ¿Quién más me daría el poder de curar a las personas sin ningún coste en la esperanza de vida? Yo tengo fe que es Dios y eso es suficiente para mí —responde Sonia con convicción en sus ojos. —Lo lamento, es algo difícil de procesar para mí, pero creo que me estás diciendo la verdad, solo que no se si lo que me dices es lo que es —dice Daniel algo apenado por dudar de ella y de que sea Dios el que le de sus habilidades, ya que él no se había planteado que de verdad exista. —Está bien, ya llegara tu momento de revelación, debo irme, tengo tareas que hacer si quiero que mi tapadera siga en pie, hablaremos en otra ocasión —habiendo dicho esto Sonia se levantó, los dos se despidieron, y ella se fue. Daniel se quedó en su tienda pensado sobre lo que había hablado con ella, además de tratar de buscar otras formas en las que ella pudiera curar a personas como lo hizo, pero desistió de ese pensamiento al darse cuenta que no podría seguir solo pensando, necesitaba información que no tenía, así que se durmió. Se despertó temprano al día siguiente, se montó en su caballo ya listo por uno de los mozos, y siguió el camino. Todo el trayecto hasta la zona de conflicto fue parecido, lo que vario fue el camino que transitaban, ya que el tercer día dejaron el camino empedrado y entraron a caminos de tierra. Aparte de eso todo similar, solo descansaban para almorzar y seguían su camino, todas las noches Sonia iba a la tienda de Daniel a conversar, ella ya había convencido a Daniel que la necesitaría, pero en cambio por más que Daniel argumentara no podía hacer que ella le enseñara la escritura mágica, Sonia también le hablo que sintió algo malo con la familia real, ella no sabía que era, pero cuando los conoció sintió un profundo malestar. Además había algunas veces que veía sus caras deformadas, esto Daniel lo tomo con pinzas pero igualmente lo tuvo en cuenta, apartando esos temas hablaron de ellos mismos, de cómo era su vida, que les gustaba, y su forma de pensar en muchos temas, confraternizando y pasando el tiempo como dos buenos amigos. Justo cuando faltaba menos de un día para llegar a la zona de peligro y así ir preparándose para la llegada de esos seres, que dentro de tres días esas bestias chocarían con ellos en batalla, en una noche con una lluvia que caía de forma torrencial, Daniel se sinceró al completo con Sonia. —¡¿Qué vienes de dónde?! —grito Sonia mientras mostraba una cara de sorpresa con sus ojos bien abiertos y también su boca. —Del futuro —respondió Daniel que miraba hacia el suelo algo triste, no se preocupaba por el grito que dio Sonia ya que el sonido de la lluvia tapaba lo que hablaban adentro. —¡Eso es imposible! —exclamo Sonia en extremo consternada por las declaraciones de Daniel sobre su llegada a Miraci. —Lo dice la chica que puede curar un brazo cercenado con sus manos, y sabe de magia —replico Daniel con algo de ironía en su voz. —¡Esto es diferente! —decía Sonia agitada y tan sobresaltada que temblaba. —Hay cosas que yo no podía creer, pero te escuché y al final descubrí que tenías razón, créeme, yo vengo del futuro —esto lo decía Daniel con extrema frialdad y tranquilidad, suspirando al finalizar de decirlo. —¿Entonces esa cosa que está en la catedral es un artefacto que puede hacer que viajes en el tiempo, y viniste aquí en eso con tus compañeros de estudio? —pregunto Sonia tratando de asimilar todo lo que había escuchado. —Efectivamente —dijo Daniel que levanto la mirada y la vio a los ojos. —Es una locura… pero te creo, eso quiere decir que lo único que deseas es volver a tu hogar ¿no? —Sonia aún tenía dudas, pero decidió confiar en Daniel ya que sentía que decía la verdad. —Y encontrar a mis compañeros de clase, ellos también están en esta situación si es que siguen vivos —Daniel hablaba con incertidumbre sobre ese tema, pero también con esperanza, una que le decía que ellos seguían vivos y se encontrarían otra vez. —Ten fe, seguro están bien, lo mejor es concentrarnos en lo que está por venir, mañana es el día de la confrontación, y gracias a la lluvia el terreno no será muy bueno, con eso dicho creo que ya es hora de irme —pero antes de que Sonia pudiese marcharse alguien entro mojado y agitado a la tienda de Daniel, Sonia se cubrió de inmediato ante su llegada. —Su majestad Daniel, las bestias vienen directo hacia aquí, los exploradores que pudieron escapar de ellos acaban de llegar, el supremo caballero Cesar está preparando todo para el inminente ataque, llegaran en cualquier momento debe prepararse —el tipo vio a Sonia sin reconocerla, no dijo nada, solo hizo una inclinación de cabeza y salió de la tienda. Daniel y Sonia se miraron por solo un segundo. —¡Corre! —gritaron al unisón, los dos se movieron presurosos a alistarse para la inminente batalla, Sonia se fue en la lluvia, y Daniel se dispuso a poner su protección, solo tenía una armadura simple, peto básico, hombreras, protección del antebrazo y las canillas, no quería una pesada porque limitaba su movimiento, además había aprendido a ponérsela el mismo, cosa que no podría hacer con la pesada. También llevaba un casco simple, y por recomendación de muchos caballeros un escudo, aunque Daniel no creía que fuera tan útil igual lo llevaba, y como era evidente la guardia de la espada de Wintus en su cintura. Al estar listo salió en toda la lluvia, vio como todos estaban en movimiento, y muchos agarraban lo que podían para huir, Daniel se dirigió a donde los caballeros se estaban juntando. En el centro de todo el grupo de caballeros estaba Cesar, en su alto caballo de guerra gris, mandando órdenes a diestra y siniestra, Daniel se acercó con cautela. —¡¿Cómo está la situación?! —pregunto Daniel alzando la voz para que se escuchada entre toda la gente y la lluvia. —Terrible, no sé cómo, pero las bestias se percataron de nuestra presencia y aceleraron su ataque previsto, los cálculos que hicimos estaban medidos como si estuvieran corriendo todo el tiempo y aun así quitamos un día extra para estar seguros de llegar a tiempo y prepararnos, pero como vez están aquí, no estamos listos, no hemos puesto defensas, estacas, ni estamos en terreno favorable, todo pinta mal, te necesitaremos al frente, sé que discutimos sobre que tu lugar era en una atalaya que ibas a hacer y desde ahí ir acabando con el mayor número de bestias por tu gran rango y poder, pero además que no hay una atalaya, si no estas al frente el número de bajas será mucho mayor, lamento tener que pedirte esto —dijo Cesar mostrando una cara de tristeza. —No es su culpa señor Cesar, hare lo mejor que puedo para proteger a todos —respondió Daniel sonriendo y poniendo una mano en el hombro de Cesar. La verdad es que estaba aterrado, pero escondía muy bien sus sentimientos en pos de que todos pudieran dar lo mejor de sí, ya que si veían que el se desmoronaba muchos decaerían. Diciendo esas palabras las bestias aparecieron en el campo de visión de todos, y gracias a que Tersan era una nación de praderas, pastores y grandes campos, pudieron divisar a las bestias con mucha anticipación. Eran una manada de gimilodones que se abalanzaba hacia ellos como una marejada de ferocidad, los arqueros estaban listos, Daniel también, pero espero, no quería matar a una bestia que ya había sido golpeada por una flecha, y al entrar en el rango de disparo, se escuchó como las flechas silbaban con el viento mientras iban hacia su objetivo. Al caer en las bestias Daniel agarro fuerte la guarnición y la uso, no con cortes de viento, sino como si creara taladros muy finos girando a gran velocidad, creaba un solo taladro por vez, pero al perforar y matar tan rápido a las bestias, creaba una tras otra en fracciones de segundo, lo que daba la impresión que creaba muchos al mismo tiempo. Aun con todo el número de bestias era demasiado grande, los cuerpos de las bestias se apilaban, pero ellas pasaban por encima de sus compañeras muertas y seguían adelante, hasta que finalmente llegaron a rango, como si de una espada invisible se tratase esta vez sí uso ráfagas de viento muy finas para cortar los cuerpos y hacer espacio, ya que si no lo hacía se iba a ver atrapado en una montaña de c*******s. Sus ataques ya no eran tan veloces por concentrarse en defenderse, estaba usando el escudo que llevaba para defenderse de zarpazos, mordeduras, y otros ataques de las bestias—. «Resulta que era más útil de lo que pensaba» —fue lo que le vino a la mente a Daniel en media batalla, mientras él se movía mucho para al menos sacar una mínima distancia, pero en el fragor de la batalla Daniel no se percató que las fuerzas de la iglesia se estaban retirando, dejándolo más solo contra las bestias. Daniel se dio cuenta tarde, cuando ellos ya estaban lejos y las bestias había hecho un cerco alrededor de el—. ¡TRAIDORES, MALDITOS TRAIDORES! —grito a todo pulmón Daniel, y esto vino acompañado de una tremenda ráfaga de viento que corto a decenas de bestias al mismo tiempo, lo que hizo posible que saliera del cerco, y fuera corriendo hacia los traidores que lo habían abandonado. Mientras iba hacia ellos volteo a ver a las bestias que lo estaban persiguiendo e hizo otra ráfaga de viento que corto a los que estaban a punto de alcanzarlo, pero esa acción no le permitió ver las flechas que el grupo de caballeros le estaba mandando, y con la lluvia cayendo a mares no las escucho tampoco. Así que la lluvia de flechas lo golpeo de improviso cuando volteo a ver hacia el grupo, una se le incrusto en el hombro derecho, otra en la pierna derecha, una más en la mano del escudo, y varias golpearon partes de la armadura, esto lo mando al suelo, pero se recuperó en un instante, la furia que sentía iba en aumento, lo que le dio un subidón de adrenalina que le permitió olvidarse un poco del dolor y seguir avanzando aun con una flecha en la pierna, por suerte ninguna golpeo la mano en la que usaba la guarnición sino no habría podido utilizarla. Daniel acercándose más pensó que atacarlos sin más, pero luego reconsidero, utilizo el poder de la guarnición para crear un conducto de aire y lanzarse a él para escapar del peligro, así lo hizo, creando un vórtice de viento en forma de conducto que lo succiono con fuerza y levantándolo levemente cada vez que caía aun poco, haciendo que él se moviese a gran velocidad. El conducto lo mando cerca de un cúmulo de árboles lo suficientemente lejos como para que las bestias se concentren en el grupo de los caballeros traidores, que viendo esto hicieron maniobras de retira, pero Daniel no iba a permitir que se escaparan, sabía que en este punto era él o ellos, así que se dirigió a una posición donde pudiera atacar a gusto.
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